Nueva polémica a la vista entre el Ayuntamiento de Guadalajara y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. En esta ocasión por un ‘quítame allá un murete’.
Poco han durado las grandilocuentes palabras -no exentas de ‘zascas’- que emplearon la pasada semana la alcaldesa capitalina, Ana Guarinos, y el presidente regional, Emiliano García-Page. Ambos -obligados por su coincidencia en dos importantes actos- se hartaron de repetir la importancia de la colaboración institucional para la consecución de proyectos y avances para Guadalajara y lo importante que son estos acuerdos -aunque sea entre enemigos políticos- para los vecinos y vecinas de la capital y la provincia.
Como era lógico, los discursos han quedado en agua de borrajas. Esta semana hemos asistido al enésimo enfrentamiento entre dos administraciones que, visto lo visto, están condenadas a no entenderse por aquello de los colores políticos.
El martes, el concejal de Urbanismo, Alfonso Esteban, anunciaba la decisión unilateral del Ayuntamiento -basada en informes técnicos de Urbanismo- de cerrar al público la Capilla de Luis de Lucena, una de las joyas patrimoniales de la ciudad. El motivo, la existencia de un muro medianero en mal estado que podría poner en riesgo la integridad de los visitantes al monumento. Considera el Ayuntamiento que la responsabilidad recae en la Junta, Administración que paralizó hace 10 años la petición municipal de demoler la antigua Gasolinera Diges, dado su estado deterioro. La Junta se negó a la completa demolición por el interés patrimonial de conservar la marquesina, la vivienda y la fachada.
La cuestión ha estado paralizada durante una década. Pero ahora, el Ayuntamiento recupera una vieja rencilla para exigir a la Junta que obligue al propietario a tirar el muro -que no entra dentro de los elementos a proteger- y, en caso de que se niegue, que la Administración regional lo haga subsidiariamente.
La respuesta de la Delegación de Cultura no se ha hecho esperar. El delegado del área, Ángel Fernández Montes, ha tachado de "incompetente" al Consistorio y, además, de saltarle a la torera normas patrimoniales y de urbanismo, cerrando el monumento de forma “ilegal” al tratarse de un BIC (Bien de Interés Cultural) propiedad del Estado. Vamos, que el señor Esteban, ha decidido el cierre de la Capilla -como decía aquel famoso anuncio de un producto capilar- "porque yo lo valgo".
Responsables de Patrimonio de la Junta aseguran que antes de tomar esta decisión, se les debería haber informado, cosa que no se hizo, y aseguran que según el artículo 140 de la Lotau, la encargada de la ejecución subsidiaria es la Administración que inicia el expediente. En este caso el Ayuntamiento de Guadalajara. Esta Redacción ha acudido a la Ley y, efectivamente, así se refleja de forma clara clarísima.
El delegado de Cultura ha llegado a asimilar la actuación del Ayuntamiento en materia de patrimonio como una película de los Hermanos Marx. Primero actúan sin permiso asumiendo competencias que no son suyas y, después, se ‘lavan las manos’ y consideran que la competencia es de la Junta. Todo un espectáculo que puede acabar en los tribunales si, como sospechamos, el Ayuntamiento no da su brazo a torcer.
Este rifirrafe tiene toda la pinta de ser una rabieta política causada por la postura y la cerrazón de la Junta en el asunto del Fuerte de San Francisco. Unas instalaciones que debería rehabilitar según sentencia judicial y que el Gobierno regional va demorando después de ver cómo a Guadalajara se le ha escapado el proyecto de la Ciudad del Cine que la Junta quería imponer.
Avisamos de que no va a ser la única polémica a la que vamos asistir. El delegado amagó durante su rueda de prensa con sacar a la luz otros temas relativos al patrimonio de la ciudad en los que asegura que Ayuntamiento está realizando dejación de funciones o bien tiene sobre la mesa proyectos imposibles e irregulares que afectan a bienes patrimoniales.
Y a buen seguro que el Ayuntamiento, también tendrá alguna ‘sorpresilla’ preparada y lista para lanzar a la yugular de la Junta en el momento oportuno.
Lo lamentable es que en el centro de todos estos dimes y diretes y acusaciones cruzadas están los ciudadanos y los turistas, que son los que ven cómo el monumento cierra sus puertas y cómo el Fuerte se hunde sin remedio ¿Qué será lo próximo? Miedo nos da pensar que sea el Palacio del Infantado. Porque este Ayuntamiento es capaz de todo con tal de fastidiar a su ‘amigo’ Page, ese al que reclama colaboración institucional.
Llama poderosamente la atención que en la rueda de prensa de Alfonso Esteban, en la que se habló no sólo de normas urbanísticas sino de patrimonio, no estuviera presente el concejal del ramo, el primer teniente de alcalde, Javier Toquero, como edil responsable del patrimonio histórico de Guadalajara. Probablemente, Esteban prefirió no comparecer junto a un señor que en estos 16 meses de Gobierno ha demostrado sobradamente una incapacidad manifiesta para dirigir y poner en orden su Concejalía. El caso más reciente: el caótico inicio del curso en las Escuelas Municipales, ante la pasividad total sus máximos responsables.
Ha pasado ya casi un año y medio desde la llegada de PP y Vox al Ayuntamiento y, prácticamente, en lo único que se ha notado es en la subida de impuestos, la querencia por las actividades festivas, taurinas y pirotécnicas, la censura cultural y una falta de gestión realmente eficaz que se vea en las calles de la ciudad (al margen de la operación de maquillaje que supuso el plan de limpieza de los barrios, que hoy lucen igual de sucios que antes).
En este tiempo, los ciudadanos han presenciado demasiadas rabietas protagonizadas por un equipo de Gobierno que podríamos calificar de 'singular': rabietas por el presunto agujero negro de Alberto Rojo; rabietas por los sillones; rabietas por el Fuerte de San Francisco; rabietas por su peculiar forma de interpretar la igualdad y la diversidad; rabietas con los medios de comunicación que no le hacen la ola a la señora alcaldesa; rabietas cuando se piden explicaciones sobre cómo se gasta este Ayuntamiento los dineros públicos; rabietas por críticas sobre su gestión, que no aceptan, etc.
Cuando uno es consciente de que su Gobierno se está convirtiendo en un ‘quiero y no puedo’, las rabietas y las pataletas políticas tan solo sirven para hacer el ridículo. Ante los suyos, ante los no tan suyos y, sobre todo, ante los ciudadanos, hartos de que sus gestores no hagan más que mirarse al ombligo en lugar de solucionar sus problemas más cercanos y acuciantes.
Vivir de las rentas como hace este Ayuntamiento funciona durante un tiempo. Pasado éste, se debería demostrar si realmente PP y Vox tienen un proyecto por y para la ciudad.
Déjense de rabietas, pataletas y lloros y pónganse a trabajar. Que ya van tarde.
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