EDITORIAL. De muertes, negacionismos y culpas

Las imágenes que han copado los informativos nacionales sobre las terribles consecuencias de los efectos de la última DANA en Valencia y Albacete nos han sobrecogido por impactantes y dolorosas. 

Caos, destrucción y muertes a causa de un fenómeno meteorológico de dimensiones desproporcionadas que también se ha dejado notar en la provincia de Guadalajara, aunque afortunadamente aquí tan sólo ha causado daños materiales.

Los científicos llevan años advirtiéndolo. El cambio climático existe. Es aquí y ahora y es imparable. El causante: el ser humano.  

Todos estos desastres naturales que se producen a lo largo y ancho del planeta no son fruto de una nueva ‘Era de los Dinosaurios’, como argumentan los negacionistas de esta grave crisis climática, que cada día esgrimen argumentos más propios de los terraplanistas de la Edad Media. 

A pesar del consenso científico mundial, el negacionismo del que hacen bandera personajes como Donald Trump, Elon Musk o Javier Milei y, más cerca de nosotros, la derecha radical europea con la ultraderecha de Vox a la cabeza, continúan negando la evidencia y acusando a quienes no piensan como ellos de “ecologistas radicales”. De este modo, además de intoxicar, tergiversar y desinformar, están dando una palmadita en la espalda a los más interesados en que cunda el mensaje entre la población: las grandes empresas de hidrocarburos, a las que poco o nada les importa si el planeta agoniza mientras crezcan las cuentas de beneficios de su empresas. 

Nos gustaría saber si alguno de estos magnates, políticos de pacotilla y aquellos que repiten sus mensajes como papagayos serían capaces de ponerse delante de los familiares de los muertos de Valencia o de Albacete sin que se les cayera la cara de vergüenza. O frente a los ganaderos y agricultores de la provincia -curiosamente muchos de los cuales se jactan de ser votantes de Vox-, que con ésta y otras DANAS anteriores han perdido sus cosechas o sus cabezas de ganado. En definitiva, su forma de vida.  

Al margen de las teorías de estos escépticos que es mejor ignorar, todos debemos entonar el mea culpa. A pesar de que la inmensa mayoría de nosotros somos conscientes de los efectos del cambio climático, pocos o ninguno nos ponemos manos a la obra. Y en este sentido, las administraciones también van tarde y mal.  

Deberíamos haber empezado hace mucho tiempo a tomar conciencia de que la naturaleza ruge y se está rebelando contra nosotros. 

El cambio climático mata y cada segundo cuenta.