EDITORIAL. "Que la vergüenza cambie de bando"

Publicado por: El Decano
20/12/2024 02:30 PM
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Integrantes de la Asociación Mujeres Siemprevivas de Guadalajara, en la concentración de apoyo a Gisèle ayer en Madrid, frente a la Embajada de Francia/Imagen: Mujeres Siemprevivas de Guadalajara.
Integrantes de la Asociación Mujeres Siemprevivas de Guadalajara, en la concentración de apoyo a Gisèle ayer en Madrid, frente a la Embajada de Francia/Imagen: Mujeres Siemprevivas de Guadalajara.

El caso de Gisèle Pelicot, la mujer violada durante años por su marido y más de medio centenar de hombres bajo el efecto de la sumisión química ha estremecido, no sólo a Francia, sino al mundo entero. 


El caso quedaba cerrado ayer con la sentencia dictada contra sus violadores, pero en la mentalidad colectiva siempre se recordará la lucha de esta mujer valiente cuyo grito, "Que la vergüenza cambie de bando", se ha convertido en un lema del movimiento feminista y de las organizaciones y entidades que trabajan en el ámbito de la mujer.


A su salida del Tribunal de Avignon, Gisèle afirmaba: "Pienso en todas las víctimas desconocidas cuyas historias siguen sin contarse. Quiero que sepan que compartimos la misma lucha”. Una lucha en la que, lamentablemente, todavía queda mucho camino por recorrer. 


La violación es una de las formas de agresión más salvaje que puede realizarse contra las mujeres. Y cuando esas violaciones se enmarcan dentro del mercantilismo, la mezquindad del sistema machista no tiene límites. Estamos hablando de las violaciones sistemáticas a las que las mujeres que ejercen la prostitución son sometidas por parte de los verdaderos culpables: los puteros.


Los puteros son seres acomplejados, hombres incapaces de mantener una relación sexual con una mujer en condiciones de igualdad, que se vanaglorian de sus ‘hazañas’ sin ningún rubor, a través de repugnantes foros creados al efecto y lo que es peor, fomentan la explotación sexual y la trata de mujeres. Se convierten así en cómplices de un negocio que mueve miles de millones a lo largo y ancho del mundo. También en Guadalajara ante la mirada ‘despistada’ de las administraciones, que continúan haciéndose las locas y concediendo licencias de bares o discobares a prostíbulos que todos conocemos, tanto en la capital como en el mundo rural. 


Precisamente, un artículo de la directora de El Decano de Guadalajara sobre el sistema prostitucional en la provincia ha obtenido esta semana una mención especial en el III Premio de Periodismo ‘Gerda Taro’ por la Igualdad de Género. Un certamen de ámbito nacional convocado por la Asociación de la Prensa de Guadalajara, con el patrocinio de la Consejería de Igualdad y el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha. 


En el mismo, Ana María Ruiz realiza una radiografía sobre la prostitución en Guadalajara. Para su elaboración ha contado con la colaboración de la Fundación Cruz Blanca, una entidad que parece gritar en el desierto en su lucha por la abolición de esta aberración que sufren miles de mujeres y niñas en todo el mundo. 


Según los datos registrados por las organizaciones que trabajan con mujeres víctimas de explotación sexual, uno de cada cuatro españoles son puteros. Uno de cada cuatro guadalajareños son puteros. Produce escalofríos pensar que cada día compartimos trabajo, estudios, vecindario o relaciones familiares y de amistad con alguno de estos depravados. Porque son invisibles. Se escudan en el anonimato y pasan desapercibidos en una sociedad que es demasiado hipócrita y cobarde a la hora de abordar el tema de la prostitución y de sus usuarios. Porque pensamos que el ‘problema’ son ellas y no quien realmente fomenta este tipo de explotación: los puteros.  


Así que ya saben, su hijo, su pareja, su vecino, su jefe o el camarero que le sirve cada mañana su café con gesto sonriente pueden formar parte de una lista de violadores que no deja de crecer y que gana adeptos entre los más jóvenes con lo que, de no adoptarse medidas, la ‘cantera’ está asegurada. Una cantera influenciada por una pornografía a la que se tiene acceso desde edades cada vez más tempranas y que ofrece una visión distorsionada y equivocada del sexo. Un sexo que realmente es violencia contra la mujer. 

   

Urgen planes locales, regionales y nacionales para desincentivar la demanda, no sólo mediante la sanción sino poniendo en marcha planes educativos y de sensibilización dirigidos a los más jóvenes de modo que comprendan que la prostitución no es divertida y no es un juego de sexo sin límites a cambio de dinero. Es una forma de explotación, una aberración contra las mujeres, una de las más crueles formas de violencia de género y un claro atentado contra los derechos humanos más elementales.


Y lo más importante. Urge poner cara a los puteros. Señalarlos. Desenmascararlos. Para que la vergüenza cambie realmente de bando.       

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