Saber decir que no

¿Cuántas veces hemos respondido a alguien y luego nos hemos dado cuenta de que no hemos sabido decir que no? ¿Cuántas veces has hecho algo y después de hacerlo te has justificado diciéndote que “no sabes decir que no? ¿Cuántas veces te has preguntado a ti mismo si hay alguna manera de decir “no” y no sentirte culpable?

 

Ayer mismo un buen amigo me preguntaba sobre saber decir que no, necesitaba pistas para intentar cambiar su respuesta hacia sí mismo para no sentirse culpable de decir siempre que sí y me pedía consejo al respecto. No soy ningún experto para poder dar consejos sobre nada, pero sí soy capaz de hacer algunas preguntas para que en tus respuestas encuentres lo que estás buscando.

 

Saber decir que no es una forma de relacionarnos con otras personas, que tiene que ver con respetar los derechos de los demás y con respetarse a uno mismo. Es una de las claves de tener el control de tu propia vida y tus decisiones, evitando así la coacción emocional y consiguiendo la seguridad en uno mismo, encontrando el equilibrio entre la imposición y la sumisión.

 

Saber decir que no es aprender a determinar en qué momentos y situaciones hay que aceptar las demandas de otros y en qué momentos podemos negarnos sin ofender ni perjudicar. Aquí quizás radique gran parte de la complejidad de este asunto ya que estamos inmersos en una sociedad en la que abundan los “pieles finas”.

 

Estamos educados para agradar a los demás y eso no es nada malo, sino todo lo contrario. Pero desde ahí debemos pensar en qué situaciones puedo ejercer mi deseo de hacer otras cosas en vez de atender algún requerimiento de otros. Al no ser capaces o, incluso habiendo dicho que sí, aparece en nosotros un sentimiento de culpa que nos hace plantearnos esta cuestión.

 

Decir que no tiene que ver con cuánto te conoces a ti mismo y cuán de importantes son las decisiones que tomas de forma positiva en tu día a día. Si tomas cualquier decisión y te arrepientes de la misma hay algo que no está funcionando bien del todo y puedes, incluso, llegar a sentir manipulación, sacrificar tus propios deseos y sentir rechazo de ti mismo.

 

Decir que no puede hacerse sin más explicaciones a través de un “lo siento, no puedo” o “me encantaría, pero no me va bien” y se puede hacer desde la evaluación de la ayuda que te están pidiendo para poder obrar en consecuencia, es decir, para antes de responder rápidamente que sí. Es lo que se puede llamar pausa creativa que realizamos para evaluar las situaciones.

 

Decía antes que en muchas ocasiones aparece el sentimiento de culpa por lo hecho y por lo no hecho. La culpa es una de las emociones de las que se denominan adaptativas en función de que podemos reconocer los errores en nuestro comportamiento y poner en marcha conductas que ayuden a reconducir ese sentimiento. Es una emoción compleja ya que está íntimamente ligada a la autoestima, al miedo y a la falta de confianza en uno mismo, además de que nos quedamos enganchados en ese sentimiento.

 

La culpa es un mecanismo por el que hacemos un juicio de nuestra conducta. Cuando entendemos la culpa como un sentimiento lleva aparejada pensamientos poco productivos para nuestro devenir diario. En la culpa somos nosotros mismos los que ejercemos de jueces sobre nuestros propios actos y aplicamos emociones negativas como castigo al comportamiento.

 

Tanto para saber decir que no como para manejar la culpa tienes que entrenar este tipo de  habilidades para saber decir que no y saber cuándo y cómo hacerlo. No se puede complacer a todo el mundo ni mostrarse siempre a favor de los demás. Debemos ser capaces de expresar nuestras propias opiniones y saber manejar los tiempos de los síes para los demás, lo que pasa inexorablemente, por conocernos mejor, afrontar las adversidades desde otro punto de vista y buscar ese tesoro que es la felicidad.

 

Si quieres entrenar más sobre cómo decir que no y no sentir culpa puedes pensar en cómo eres de asertivo, cuánto de seguro estás de ti mismo en todos los aspectos de tu vida, cuántas veces te sientes controlado y si eres capaz de pedir ayuda cuando la necesitas.