Torresaviñán se lamenta de que su castillo "que es emblema del pueblo, esté en manos de unos americanos”

Publicado por: Marta Perruca
30/07/2023 08:00 AM
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La Asociación Castillo de la Luna y pueblos de su entorno se constituía en marzo de 2020 para promover la adquisición del monumento por parte del Ayuntamiento de Torremocha del Campo y la consolidación de sus restos

 

Los viajeros que asiduamente transitan por la A-2 dirección Zaragoza probablemente hayan tenido la oportunidad de avistar en el horizonte las ruinas de una antigua fortaleza, justo antes de llegar a Alcolea del Pinar, ignorando quizá que esta antigua atalaya es probablemente la más antigua de esta provincia que, además, cuenta con la peculiaridad de ser una de las pocas que conserva prácticamente intacta su estructura original del siglo XII, salvo algunas reformas de poco calado en los siglos XIV y XV. Puede que haya llamado su atención y, por un instante, se hayan preguntado, por ejemplo, dónde se encuentra, cuál es su historia y si es visitable, justo antes de dejarla atrás en el camino.

 


Para esos conductores y viajeros curiosos, seguramente, ese instante se perderá en el recuerdo para terminar siendo poco más que una silueta recortada en el horizonte. Sin embargo, para los vecinos de Torresaviñán, una de las seis pedanías de Torremocha del Campo, de apenas una decena de habitantes, el Castillo de la Luna, como se conoce esta fortaleza, forma parte de su historia y es el principal emblema de su identidad.

 

En el mes de marzo de 2020 se constituía la Asociación Castillo de la Luna y pueblos de su entorno, con alrededor de 35 socios y el firme propósito de promover la conservación de este castillo, en manos privadas desde los años 60, que amenaza ruina y que desde 2007 está incluido en la Lista Roja del Patrimonio que gestiona la organización Hispania Nostra.

 

Tal y como explica Elvira Laina, presidenta de la Asociación, el castillo se encuentra en estado de semirruina, en parte porque fue volado por el ejército austracista  en su retirada, durante la Guerra de Sucesión (1701-1713): “Lo que queda son tres pisos, de los cinco que tenía la torre del Homenaje y un tramo de muralla", indica. Laina advierte que el castillo "se está desmoronando" y aunque  parece ser que su estructura no corre peligro "porque debe ser bastante robusta y resistente", las piedras de la parte más alta "se están viniendo abajo", al estar más expuestas al viento, la lluvia y las heladas.  


El problema a la hora de abordar las intervenciones oportunas para la consolidación de estos restos reside, según la representante de este colectivo, en que el castillo es de titularidad privada: “Lo que pasa es que en los años 60, como ocurrió con otros tantos castillos, Patrimonio se deshizo de él y lo vendió a un señor. Solamente tenía en propiedad la fortaleza, pero no las tierras de alrededor que son de una sociedad de baldíos, aunque tenía interés en adquirir algunos terrenos de alrededor y llevar a cabo algún tipo de actuación. Cuando murió este señor, lo heredó un sobrino, y fue en ese momento cuando decidimos constituirnos en asociación”, relata.


El objetivo de la organización, comenta su presidenta, ha sido desde sus orígenes que el Ayuntamiento de Torremocha del Campo pudiera adquirir la titularidad del Castillo, de tal manera, que le permitiera ser receptor de las ayudas oportunas para abordar las actuaciones necesarias para la consolidación de las ruinas y para evitar su deterioro.


En este sentido, indica, se abordaron conversaciones con la Diputación Provincial y con Patrimonio, por las que se procedía a valorar las actuaciones necesarias y a reclamar su ejecución al propietario del inmueble, responsable de su conservación. “En ese momento, el propietario se quería quitar el problema de en medio y lo puso a la venta por 10.000 euros, que nos parecía una cantidad insignificante e incluso creemos que estaba dispuesto a cederlo por menos”.



La Asociación se propuso entonces conseguir la financiación necesaria para que el Consistorio pudiera adquirir el inmueble “porque entendemos que los recursos económicos del Ayuntamiento son escasos” y, tal y como indica Laina, la Diputación parecía estar dispuesta a financiar las actuaciones necesarias para consolidar los restos “porque parece ser que no se necesitaba un desembolso muy alto”. No obstante, según la presidenta de la asociación, el Ayuntamiento no mostró ningún interés por conseguir la titularidad del monumento, por lo que las expectativas de los vecinos se volatilizaron. “Tuvimos algunas reuniones con el alcalde pero no obtuvimos ningún fruto”, admite.


El chaparrón les pillaba por sorpresa hace apenas unos días cuando el que era propietario del castillo informaba a la asociación de que había vendido la propiedad a unos compradores de origen americano. Una compra-venta que, según ha manifestado el antiguo dueño a la Asociación, se habría hecho a través de un intermediario, por lo que no tienen más datos sobre la intención de los nuevos compradores, ni su identidad. El Decano de Guadalajara ha intentado establecer contacto con el antiguo dueño a través de la Asociación, pero ha declinado nuestro ofrecimiento.

 

Los vecinos de Torresaviñan se muestran desolados ante el hecho de que el castillo “que es emblema del pueblo, esté en manos de unos americanos”. De esta manera, la presidenta de la Asociación Castillo de la Luna y pueblos de su entorno muestra su indignación y sorpresa ante la desidia de las autoridades, que han visto como esta fortaleza se les escapaba de las manos: “Me sorprende que podamos dejar perder nuestro patrimonio como si nos sobrara”, afirma, al tiempo que destaca el valor histórico y monumental de esta fortaleza, tanto para los vecinos del entorno, como para la provincia de Guadalajara.

 

"La adquisición del castillo habría comprometido la viabilidad del Ayuntamiento"


Por su parte, el alcalde de Torremocha del Campo, Victor Manuel García-Ajofrín, afirma en declaraciones a El Decano de Guadalajara que se encuentra a cargo de seis pedanías “y el presupuesto no da para estas cosas”. Para el primer edil la adquisición del castillo cuando se puso en venta hubiera supuesto “comprometer la viabilidad del Ayuntamiento”. En este sentido señala que en su día se propuso a la Asociación la posibilidad de acudir a “alguna fórmula firmada ante notario para que alguien se comprometiera a poner el dinero y el Ayuntamiento fuera el dueño, pero directamente es imposible porque podría ser la ruina”.

 

García-Ajofrín manifiesta, por otra parte, que acaba de conocer la noticia de la venta de la fortaleza: “El castillo era de un particular que, al parecer, se lo ha vendido a unos americanos y no puedo decir más, porque el Ayuntamiento no sabe nada de eso. El Ayuntamiento aquí no toca nada, porque el castillo es particular y el terreno de alrededor también es privado”.


A pesar de tratarse de un monumento declarado Bien de Interés Cultural (BIC), sujeto a una serie de exigencias para garantizar la visita, el primer edil insiste en que no tiene más información sobre los nuevos propietarios: “Aquí lo único que nos llegó en su momento fue cuando Patrimonio requirió al anterior propietario que lo arreglara a título informativo”, concluye.

 



Sobre la fortaleza

El castillo de Torresaviñán es más que un monumento para los vecinos de esta población. De hecho, cuando llega el verano y el pueblo se llena de gente, aprovechan para organizar actividades culturales en torno a sus ruinas: “Solemos subir y, por ejemplo, llevar a cabo una pequeña charla. Un año celebramos un concierto; otro, un evento de observación de estrellas; los del pueblo de abajo han venido muchos años para lanzar cometas y este año voy a proponer una lectura de poemas al atardecer”, comenta Elvira Laina. Fue levantado en el siglo XII aprovechando una torre de origen musulmán, durante la Reconquista y su funcionalidad es netamente defensiva, por lo que no tuvo un uso habitacional.


Su construcción, tal y como recoge la página web de Turismo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, se atribuye bien a Manrique de Lara, señor de Molina, para defender las tierras del Señorío en su extremo de los musulmanes, o al obispo Don Bernardo de Agén, para hacer lo propio con su Obispado, pero lo cierto es que el único hecho documentado sobre esta fortaleza es su donación en 1154 al obispo de Sigüenza, por parte del rey Alfonso XVI.


“La inmensa y altísima torre es lo que mejor se conserva de la fortaleza. Sin ventanas, y sin su remate, presenta un acceso interior, elevado varios metros sobre el suelo. La escalera para acceder, posiblemente de madera, se retiraría al interior en caso de ataque, quedando la torre como último reducto defensivo. De la muralla exterior se conservan algunos lienzos, y un torreón en uno de sus extremos, así como evidencias de haber tenido un primer y segundo fosos”, describe la plataforma de Turismo del Gobierno regional.

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