Los cigarrillos electrónicos, comunmente conocidos como "vapers" o "vapeadores", salieron al mercado con una premisa que actualmente están bastante lejos de cumplir: frenar la adicción al tabaco. El ministerio de sanidad y más concretamente la Dirección General de Salud Pública califica estos aparatos como "dispositivos que consisten en un pequeño depósito o cartucho que contiene el líquido con o sin nicotina, propilenglicol, glicerina, saborizantes y otros compuestos químicos y que, mediante un sistema electrónico con una batería (generalmente recargable) y un atomizador, vaporiza la mezcla. Simulando a los cigarrillos tradicionales, se utiliza inhalando el aerosol producido y emite parte de este aerosol al ambiente."
En los últimos años, se ha dado un rápido crecimiento en el mercado de estos productos. Han sido adquiridos y desarrollados en varios casos por las grandes empresas tabacaleras, quienes están realizando potentes campañas de marketing. Para entender mejor este crecimiento hay que entender la fuerte demanda que ha acarreado la venta de este tipo de productos.
En primer lugar, ofrecer una alternativa para dejar de fumar atrajo a multitud de consumidores, cegados por la idea de que consumían un producto inocuo y sin nicotina (en algunos casos, incluso con nicotina, pero en menor cantidad), el cual les iba a ayudar a paliar esa necesidad. Sin embargo, expertos de la salud aseguran que "quitar un hábito fomentando ese mismo hábito es contraproducente".
Está demostrado, estadísticamente, que el porcentaje de personas que han dejado de fumar recurriendo a este sistema es muy bajo, comparándolo con el porcentaje de nuevos adictos que ha generado. "Sin ninguna duda, no sirve para dejar de fumar, sirve para incorporar nuevos adictos y eso es lo que pretendía la industria tabacalera. Lanzaron un falso mensaje", asegura Olga Mediano, neumóloga en el Hospital de Guadalajara.
Pero el verdadero peligro está en los menores, los cuales, atraídos por esta falsa sensación de inocuidad, empiezan a consumir cigarrilos electrónicos, ya sean recargables o deshechables (estos últimos llamados comunmente pods). "Son atractivos por el color, la forma, el sabor y la ausencia del olor molesto del tabaco. Gente que se engancha al "vapeo" cuando nunca antes había fumado. Se colocan los productos en niños, adolescentes y adultos", certifica la neumóloga.
En palabras textuales de los expertos, los cigarrillos electrónicos no se deben recomendar a nadie como solución a dejar de fumar, pues como se menciona anteriormente, subsanar un hábito fomentándolo no ha traído buenos resultados.
La Dirección General de Salud Pública publicaba en 2022 un informe donde detalla que "los cigarrillos electrónicos podrían reducir el deseo de fumar y otros síntomas característicos del abandono del tabaco. No obstante, aunque algunos fumadores podrían cambiar temporalmente el consumo de tabaco por estos productos, una proporción muy baja parece llegar a la cesación sostenida en este modo."
Desde los organismos competendes, defienden que "la afirmación de que el riesgo de consumo de cigarrillos electrónicos se reduce en un 95% en comparación a los cigarrillos tradicionales, es insostenible con las evidencias actuales. Y la idea de su empleo como “estrategia de reducción de riesgos”, obedece más a una estrategia comercial de la industria para la venta de estos productos, que a una política de salud pública de carácter poblacional. Por ello, desde el punto de vista sanitario, no se puede recomendar el uso de cigarrillos electrónicos cuando existen otras alternativas cuya eficacia ha sido científicamente probada para dejar de fumar."
En esta misma línea, los expertos aseguran que "respecto a los patrones de consumo de estos productos, los cigarrillos electrónicos se utilizan por fumadores, fumadores que quieren dejarlo y exfumadores, pero preocupa especialmente su utilización por personas jóvenes, a veces sin una historia previa significativa de uso de productos del tabaco". Es decir, que esta tendencia está enganchando a nuevos consumidores, entre los cuales destacan notoriamente los jóvenes, cuando lo que se pretendía en un inicio era reducir el número de adictos.
También ahondan en que "la proporción de adolescentes y adultos jóvenes que han probado o utilizan los cigarrillos electrónicos es notable y está sufriendo un alarmante aumento. En España, según los datos de la encuesta ESTUDES 2018-2019, prácticamente la mitad de los estudiantes de 14 a 18 años ha utilizado en alguna ocasión cigarrillos electrónicos (48,4%), siendo más frecuente entre los chicos que entre las chicas, con independencia de la edad. Esta proporción supone un incremento de más del doble en dos años (20,05% ESTUDES-2016). Por ello, los expertos destacan que es urgente monitorizar el uso de estos productos y desarrollar estrategias para prevenir la promoción, venta y uso de cigarrillos electrónicos por adolescentes".
Lo que más asusta a los neumólogos es la fácil adquisición de estos dispositivos. Su venta se realiza fundamentalmente a través de internet, en establecimientos específicos (que inicialmente aumentaron su presencia notablemente) y en estancos, aunque también es posible adquirirlos en otros tipos de establecimientos, como bazares de alimentación o tiendas de barrio. Y es aquí donde entra en juego el factor de riesgo para los menores, los cuales pueden comprar sin complicaciones uno de estos cigarrillos.
A corto plazo, los neumólogos han hallado efectos fisiológicos adversos en las vías respiratorias similares a aquellos asociados al humo del tabaco. Además, se han encontrado sustancias cancerígenas en líquidos y emisiones de cigarrillos electrónicos. Por su parte, Olga Mediano afirma que algunos pacientes, incluidos menores y adolescentes, han acudido con sintomatologías similares a personas que fuman tabaco. "Presentan efectos cardíacos como alteraciones del ritmo cardíaco, taquicardias y palpitaciones".
Pero, ¿por qué es tan nocivo conusmir cigarrillos electrónicos?
En primer lugar, cabe destacar el contenido de Propilenglicol y Glicerina. Aunque ambos compuestos se consideran inocuos al consumirse oralmente, por estar presentes en gran cantidad de productos alimenticios, su uso en combustión e inhalados por las vías respiratorias conlleva efectos negativos para la salud. "Estos compuestos, al ser inhalados, producen irritación de las vías respiratorias lo cual conlleva el agravamiento de enfermedades del tracto respiratorio y pueden propiciar infecciones. En este sentido, se ha relacionado el consumo de cigarrillos electrónicos con el agravamiento de enfermedades como el asma, la fibrosis quística y la EPOC. Además, al ser sometidos a combustión, estos compuestos generan pequeños compuestos orgánicos como son el formaldehído, el acetaldehído y la acroleína. Todos estos compuestos son mutagénicos y cancerígenos".
Por tanto, la utilización de líquidos para inhalación tiene efectos para la salud, incluso en el caso de los que no llevan nicotina.
Si, además de estos componentes, añadimos la nicotina en la ecuación, encontramos que en octubre de 2019, la revista PNAS publicaba un estudio que apunta al efecto carcinogénico de estos líquidos. Todas las sustancias que causan cáncer reciben el nombre de carcinógenos, pero aunque una sustancia sea clasificada como carcinógena no significa que necesariamente vaya a causar cáncer.
Según la OMS, "la nicotina tiene efecto carcinogénico al funcionar como “promotor tumoral”. También son conocidos sus efectos cardiovasculares durante un uso prolongado. Además, es una sustancia fuertemente adictiva y que por tanto genera dependencia." También la OMS a través de su publicación sobre los riegos de los cigarrillos electrónicos en enero de 2020 señala que el aerosol de los cigarrillos electrónicos contiene sustancias tóxicas y es dañino tanto para quien lo usa como para quien está expuesto a él de forma pasiva y recomiendan regular estos dispositivos en los lugares en los cuales no hayan sido
prohibidos.
En septiembre del 2021, la OMS ha incluido algunas recomendaciones más sobre los cigarrillos electrónicos, como la prohibición total de la promoción de este producto, haciendo especial hincapié en las redes sociales y en las asociaciones fundadas por o relacionadas con la industria del tabaco; además de exigir a los fabricantes que divulguen toda la información sobre el producto.
Finalmente, la unidad de Prevención y Control del Tabaquismo insiste en que el concepto de la reducción de riesgo frente al tabaco tradicional responde a estrategias comerciales. No es factible desde el punto de vista sanitario el consumo de un producto nocivo independientemente de su comparación con otros productos.
Los cigarrilos electrónicos están sometidos a una regulación más laxa que los productos de tabaco, tanto a nivel de consumo y venta, como de su publicidad y promoción. Desde el Gobierno de Sanidad se ha propuesto una regulación que equipare ambos productos, es decir, que se equiparen en todos los aspectos al tabaco clasico combustible, tanto en publicidad, en fiscalidad, en ayudas para dejar de fumar, en espacios sin humo y en patrocinio.
En lo que respecta a los menores, se ha propuesto que al ser tratados de la misma manera al tabaco convencional en todos los aspectos, quede totalmente prohibida su venta. Sin embargo, es una realidad que todavía no está presente en nuestro país. La neumóloga Olga Mediano considera que "no puede ser un producto atractivo", pues actualmente el packaging o envasado de estos productos es bastante sugerente. "Se utilizan colores llamativos, sabores frutales y hasta dibujos animados que los hacen más susceptibles a la compra por parte de la población menor".
También se plantea la vertiente de las modas. "Los menores, sobretodo en la etapa de la adolescencia, son de seguir modas. El problema reside también en querer formar parte de esta tendencia". La neumóloga recuerda que "la nicotina tiene mucho más efecto en los menores. Empiezan con estos dispositivos sin nicotina y acaban pasando a usarlos con nicotina. Incluso de ahí, hay un porcentaje que pasa al tabaco convencional".
En este contexto, ha querido lanzar un mensaje a los padres, advirtiendo de la fuerte adicción que generan. " Casi un 50 % de población adolescente en nuestro país reconoce haberlo probado. Lo tienen al alcance de la mano y están expuestos". Es importante advertir a padres y madres de que no es un producto inofensivo, que a largo plazo puede producir inflamación pulmonar, broncoespasmos y otras enfermedades similares a las que produce el tabaco normal.
La EVALI o Lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos o al vapeo, es una enfermedad específica nacida en EEUU y diagnosticada por primera vez con la llegada de este producto. Es una enfermedad específica que como su nombre indica causa lesiones pulmonares, las cuales derivan del consumo de los cigarrillos electrónicos.
Sin embargo, se trata de una enfermedad que solo afectó a los pacientes que consumieron un tipo específico de cigarrillos, los cuales ya fueron retirados del mercado por contener una sustancia prohibida. En España nunca llegó a comercializarse este producto, por lo que no se han detectado casos de EVALI. De igual modo, la neumóloga advierte de que este tipo de productos "pueden evolucionar, incluir nuevos componentes y producir daños de los que aún no tenemos conocimiento".
Incluir algo nuevo en el mercado y sin una regulación precisa puede causar la aparición de nuevos factores de riesgo, pues en severas ocasiones se venden los productos sin especificar correctamente su contenido. Por este motivo, los órganos sanitarios han pedido que el producto debe llevar la advertencia sanitaria "este producto contiene nicotina, una sustancia muy adictiva. No se recomienda su consumo a los no fumadores” además de detallar y enumerar en su etiquetado sus ingredientes en orden decreciente de concentración.
Así pues, el mercado debería seguir las líneas de actuación aprobadas por la Comisión de Salud Pública en mayo de 2019 que señalan los avances futuros en la regulación de los cigarrillos electrónicos. Entre ellas, regular la comercialización y puntos de venta de vapers y envases de recarga, promover la integración y coordinación de los programas educativos de prevención del tabaquismo en educación primaria y secundaria, completándolo con campañas informativas dirigidas a padres y madres, especialmente sobre los vapers, y exigir a los fabricantes la correcta etiquetación del producto, con las advertencias competentes.
Por último, las exigencias de la regulación española indican que el envase del producto no pude parecerse a un producto alimenticio o cosmético. "Hay que tener en cuenta también la obligación de fabricantes e importadores de este tipo de productos de comunicar a la Dirección General de Salud Pública toda la información referente al producto, tanto de su composición, proceso de fabricación, ingredientes y características del producto como de requisitos de calidad y seguridad."
Añadido a esto, el fabricante o importador deberá presentar el diseño de etiquetado y folleto informativo para cada producto que pretenda comercializar en nuestro país. También se obliga a comunicar anualmente un informe con ensayos que respalden la calidad y seguridad de los productos y estudios de mercado donde se reflejen las ventas de cada producto y los patrones de consumo.
La World Heart Federation en publicó en 2021 su declaración sobre los cigarrillos electrónicos y su efecto sobre la salud humana. En esta, expresa que: "La industria tabacalera tiene una larga historia de prácticas de marketing engañosas", "Hoy en día, promueve los cigarrillos electrónicos como una alternativa más segura y menos adictiva que puede ayudar a las personas a dejar de fumar. Pero, como hemos visto en el pasado, la evidencia científica independiente no coincide con las afirmaciones de la industria”.
E insta a los gobiernos a actuar sobre una serie de puntos:
• Prohibir la venta y distribución de cigarrillos electrónicos a menores
• Prohibir el uso de aromatizantes y la venta de cigarrillos electrónicos a través de internet
• Exigir el etiquetado y las advertencias sanitarias en los envases de los cigarrillos
electrónicos
• Prohibir el uso de cigarrillos electrónicos cuando se hayan cesado en el uso de los cigarrillos
tradicionales
• Prohibir la comercialización, la publicidad y las declaraciones engañosas con respecto a los
cigarrillos electrónicos
• Aplicar impuestos especiales a los cigarrillos electrónicos
