El Mercado de Abastos se muere

Publicado por: El Decano
25/08/2023 01:14 PM
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Los que ya peinamos algunas canas recordamos con nostalgia cómo hace décadas el Mercado de Abastos de Guadalajara, nuestro Mercado, era un lugar bullicioso y lleno de vida. 


Las tres plantas del magnífico edificio situado en pleno corazón de la ciudad se llenaban entonces de puestos de frutas, verduras, hortalizas y un sinfín de productos de los que hoy llamaríamos de ‘cercanía’, que traían hasta la capital numerosos hortelanos y agricultores llegados de toda la provincia. La lonja, con sus vetustas columnas de hierro, daba cobijo y sombra a otros tantos comerciantes que ofrecían productos de lo más variopinto: ropa, telas, mercería o menaje y acogía a los colchoneros, tapiceros, cesteros y cuchilleros, que reparaban el mobiliario y los utensilios del hogar ante los curiosos ojos de la chiquillería. 


El Mercado de Abastos servía de polo de atracción para los entonces numerosos comercios de toda la vida que poblaban el casco histórico y los tradicionales bares y tascas se convertían en un hervidero de gente que aprovechaba su visita a la capital para cerrar negocios y solucionar alguna cuestión burocrática. 


Los llamados ‘días de mercado’ se notaban, y mucho, en una capital de provincia que en aquellos años tenía su eje económico y de relación social en el casco histórico. 


Nada que ver con la imagen que ofrece hoy en día el centro fuera del horario administrativo. Al caer la tarde, el casco languidece y, a pesar de que han sido muchos los gobiernos municipales de distinto signo los que han tratado de revitalizarlo, ninguno parece haber dado con la clave para salvarlo de la imagen desoladora que ofrece el que debería ser el punto neurálgico de encuentro ciudadano de Guadalajara.


La misma o peor suerte ha corrido el Mercado de Abastos. No hay más que acercarse cualquier día de la semana y hablar con los pocos comercios que todavía sobreviven en su interior para comprobar cómo poco a poco va muriendo. O mejor dicho, se le está dejando morir. 


El comienzo del fin del edificio y de los establecimientos que acoge tuvo su origen en la remodelación iniciada por el Gobierno popular de José María Bris en 1995. Tras tres años de obras y numerosas dificultades, sólo una parte de los pequeños empresarios con que contaba pudieron volver a abrir sus puestos. Muchos clientes habituales dejaron de acudir al Mercado durante los años que duraron las obras y la llegada de nuevas superficies comerciales a la ciudad tampoco ayudó demasiado. 


La segunda puntilla vino de nuevo motivada por otra rehabilitación, ésta más ambiciosa. En 2018, siendo alcalde Antonio Román, el edificio permaneció en obras durante medio año. El objetivo del PP era reformar el edificio para que pudiese incorporar establecimientos de ocio y restauración. La necesidad de contar con más espacio para bares y terrazas motivó el traslado del populoso mercadillo de martes y sábados que se ubicaba en la lonja a otras ubicaciones. Otro mazazo para el Mercado. 

 

Más recientemente, con Alberto Rojo como alcalde, se optó por la gestión indirecta de las plantas libres, pero insistiendo en el modelo de ocio de su antecesor en el cargo. El cierre del aparcamiento exterior fue otro bofetón para los establecimientos interiores, que vienen reclamando la apertura del parking o la dotación de plazas en las cercanías como reclamo para los consumidores. 


El envejecimiento de la población del centro urbano, los desorbitados precios de venta y de los alquileres de las escasas viviendas que existen en la zona y el continuo cierre de comercios también han contribuido de forma irremediable al continuo declive del casco histórico.


El Mercado se muere porque los diferentes equipos de Gobierno que han pasado por el Ayuntamiento -léase PP, PSOE y Ciudadanos- se han empecinado en convertirlo en un gemelo de los populosos mercados madrileños de San Miguel o San Antón. Y esto no es Madrid, señores. Después de una adjudicación que tuvo que pasar por los tribunales y cuatro licitaciones desiertas deberían darse cuenta de que ESE no es el modelo. 


El PP y Vox no han dudado en criticar al Gobierno de Alberto Rojo, asegurando que el modelo de gestión indirecta centrado en la hostelería y el comercio ha sido un fracaso. Como fracaso fue la terraza que se instaló en la época de Román, que fue cerrada por explotación irregular y que, por otra parte, tampoco consiguió servir de foco de atracción por sus elevados precios y su más que cuestionable servicio. El nuevo equipo de Gobierno dice ahora que buscará “otras alternativas” y para ello se reunirá únicamente con los representantes de dos sectores: hostelería y comercio. Más de lo mismo. 


No vamos a ser nosotros quienes teoricemos sobre los futuros usos del Mercado de Abastos, que para eso ya están los concejales responsables y los técnicos municipales. Y todos los grupos políticos, a los que no les vendría mal ponerse de acuerdo de vez en cuando, sobre todo cuando se trata de cuestiones como la que nos ocupa. 


Podrían tirar de imaginación. O incluir en las conversaciones a otros sectores. El mundo asociativo de la ciudad lleva a cabo numerosas actividades muy atractivas que podrían desarrollarse en este espacio y atraer público y potenciales consumidores. El movimiento cultural guadalajareño, que tanto éxito tiene con sus convocatorias, también tiene mucho que aportar en materia de dinamización. Y, por supuesto, la ciudadanía en general, a la que no estaría de más consultar al respecto.

 

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. El Ayuntamiento ha tropezado ya demasiadas y amenaza con otras cuantas más mientras no se apee de la burra. 


Y mientras tanto, allí continúa el emblemático edificio diseñado por Mariano Medarde hace ya dos siglos. Viendo pasar el tiempo, agonizando y, si nadie lo remedia, muriendo por inacción, por falta de visión. O por torpeza.    

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