El Fuerte se nos hunde

En las últimas semanas estamos asistiendo a un cruce de declaraciones y de titulares entre la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Guadalajara respecto a los futuros usos del Fuerte de San Francisco, un enclave histórico y patrimonial que sufre un absoluto abandono desde hace casi dos décadas.

Sólo hay que darse una vuelta por el recinto para comprobar el lamentable estado en que se encuentran las antiguas viviendas y las naves militares, los restos de la muralla defensiva que rodeaba la antigua fortificación y otras instalaciones dispersas por los terrenos. Todo está casi derruido, olvidado y vandalizado a pesar de las vallas que impiden el acceso. A excepción de la iglesia y del Espacio Tyce, nada se ha hecho para recuperar este espacio para la ciudad, a pesar de que los informes técnicos realizados para comprobar el estado de los inmuebles han sido todos desfavorables, reflejando “deficiencias graves o muy graves” en todas las edificaciones, tanto en su estructura como en las fachadas, medianerías y cubiertas. El Fuerte se cae a pedazos.  

Lo que nació y se vendió hace 20 años como una oportunidad única para la ciudad se ha convertido en una historia de infortunio. En 2005, el Ministerio de Defensa, con José Bono a la cabeza; el Gobierno regional, con Barreda al frente, y el Ayuntamiento, con Jesús Alique como regidor, suscribieron un convenio por el que la Junta compraba al Ministerio las 25 hectáreas del suelo de su propiedad por un importe de 7,2 millones de euros. Para evitar la especulación en pleno 'boom' inmobiliario, se comprometía a urbanizar el suelo y a desarrollar un Proyecto de Singular Interés que incluía la construcción de 1.004 viviendas de protección oficial, la adaptación de los terrenos para el futuro Palacio de Exposiciones y Congresos y la creación de una residencia de mayores, un complejo cultural y social y una ciudad deportiva, además de nuevas zonas verdes. En aquel momento se anunció en grandes titulares que este acuerdo fue “un ejemplo de la defensa del interés general”.

El Gobierno regional fue el agente urbanizador, logrando un buen puñado de euros por la venta de esos terrenos. A cambio, este lucro se compensaba con la firma de un convenio por el que se comprometía a rehabilitar las naves del Fuerte que pasarían después a disposición del Ayuntamiento de Guadalajara. 

Y a partir de aquí y, a pesar del acuerdo inicial entre las administraciones, todo ha sido un rosario de despropósitos. El Ayuntamiento denunció a la Junta ante los tribunales al considerar que tuvo un beneficio de más de 30 millones de euros por las viviendas y debía invertir por ello unos 22 millones de euros en la rehabilitación de las naves. Al no ejecutarse estos trabajos, el Consistorio denunció el incumplimiento del convenio ganando en primera instancia, en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla la Mancha y en el Tribunal Supremo, que no admitió el recurso de la Junta contra esas sentencias condenatorias. La inadmisión a trámite está fechada en 2018, es decir, 14 años después de la firma del primer convenio.

Hubo que esperar a 2021 para que volviera a abordarse el asunto. En esta ocasión, el consejero de Fomento, Nacho Hernando, y el alcalde, Alberto Rojo, anunciaron el inminente inicio de los trabajos de rehabilitación en la nave de forja y en la de talleres, donde se iban a instalar la Biblioteca Municipal y las Escuelas Taller. Pero nada más se supo. 

 

Pasado otro año y medio, el pasado mes de noviembre, el delegado de la Junta, Jose Luis Escudero, anunciaba un nuevo ‘giro dramático’ de los acontecimientos. Otro cambio de planes. El Gobierno regional, de forma unilateral, decide dar otro uso al Fuerte: destinarlo íntegramente a la Ciudad del Cine. Y deja caer la pelota en el tejado del Ayuntamiento, advirtiendo de que la financiación del proyecto -3,8 millones de euros de fondos europeos- podría estar en peligro si las obras de rehabilitación no está ejecutadas al 50% antes del 31 de diciembre de 2024. Y ha sido tajante: fuera Biblioteca y fuera Escuelas Municipales. 

 

La alcaldesa, Ana Guarinos, ha puesto el grito en el cielo. Exige que la Junta lleve a cabo las obras de rehabilitación a las que le obligan los tribunales. Y, con toda lógica, no quiere renunciar a darle otros usos al Fuerte además del cinematográfico. Posteriormente, se han producido un par de reuniones entre ambas administraciones pero, de momento, no se avanza. Y el reloj sigue corriendo.

 

No podemos estar más de acuerdo con las exigencias del Ayuntamiento, a las que también se ha sumado el grupo municipal de AIKE. Un espacio de las características del Fuerte, con todas las potencialidades que ofrece y, dada la falta de espacios para dotaciones culturales de la que adolece la ciudad, su futuro no puede dejarse únicamente en manos de las productoras para su propio beneficio. No se puede condicionar la ejecución de una sentencia imponiendo un único uso. Las decisiones sobre Guadalajara deben tomarse aquí, contando con los de aquí y no únicamente en Toledo. 

 

AIKE ha realizado una propuesta más que interesante. Plantea una mesa de diálogo, recogida en el Reglamento de Participación Ciudadana, que ayudaría a avanzar en la recuperación del Fuerte pensando en los interés de Guadalajara, propiciando “un proceso de participación, análisis, reflexión y consenso donde sea la ciudad la que defina el futuro de uno de nuestros recursos patrimoniales más emblemáticos”. 

 

Sea como sea, por el bien de la ciudad, ambas administraciones deberían ponerse de acuerdo. Sin demoras. Y pensando en los intereses de los ciudadanos, que tienen todo el derecho del mundo de poder disfrutar de ese espacio que, no olvidemos, les pertenece. 

 

El tiempo apremia. No debe perderse ni un minuto en rifirrafes políticos porque el Fuerte, si nadie lo remedia, se nos hunde. 

 

Si no se impone el diálogo mucho nos tememos que a los cerca de 20 años que ya se han perdido, se sumen otros muchos más y, para vergüenza de todos, el Fuerte de San Francisco continúe siendo una ruina en pleno corazón de la ciudad. 

Algo que Guadalajara no puede ni debe permitirse.