Las poblaciones de esta peligrosa y agresiva especie invasora se concentran también en Azuqueca y Alovera y, en menor medida, en Cabanillas, Chiloeches, Fontanar y Yunquera
El mapache es un animal que, a simple vista, puede parecer simpático y especialmente adorable cuando se trata de sus crías. Sin embargo, es una especie muy agresiva incluida en el Catálogo de Especies Invasoras del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, ya que su presencia tiene un importante impacto en el medio ambiente, provoca alteraciones en hábitat que coloniza y puede transmitir graves enfermedades al hombre.
Con el objetivo de controlar su expansión en la región, en enero de 2022 el Miteco y los gobiernos de Castilla-La Mancha y Madrid -donde el mapache constituye una auténtica plaga- pusieron en marcha un plan para tratar de erradicar las colonias existentes en el entorno del río Tajo, aguas arriba y aguas abajo de la Comunidad Autónoma vecina, que es donde se sitúa el foco de expansión.
Este plan está comenzando a dar sus frutos. Así, según la información facilitada a El Decano de Guadalajara por la Delegación Provincial de Desarrollo Sostenible, en 2023 se localizaron un total de 169 mapaches en la provincia. De ellos, 164 fueron capturados vivos en libertad y cinco ejemplares se encontraron atropellados.
Casi la mitad de estos animales fueron localizados en la capital. Le siguen en número de ejemplares capturados Azuqueca y Alovera y, en menor medida, también se han detectado en Cabanillas del Campo, Chiloeches, Fontanar y Yunquera de Henares.
Del total de las capturas el 90% (149) fueron realizadas por la asistencia técnica que realiza Geacam para la Dirección General de Medio Natural de Desarrollo Sostenible. El resto corrieron a cargo de la asistencia técnica de Tragsatec proporcionada por el Miteco (8 capturas), el personal del Zoo Municipal que mantiene permanentemente operativa una trampa en sus instalaciones (3capturas) y los Bomberos de Guadalajara (4 crías capturadas).
El sistema para realizar estas capturas es el trampeo mediante una jaula trampa en la que se colocan cebos como mantequilla de cacahuete, huevos de gallina, nubes de azúcar o sardinas en aceite vegetal, alimentos que les atraen especialmente. Una vez atrapados, son derivados a centros de fauna para evitar que vuelvan al medio natural.
A pesar de su aspecto amable, el mapache es un animal peligroso que no está habituado a vivir con el hombre. De hecho, en cautividad, se vuelve muy agresivo.
Se trata de un omnívoro muy oportunista, voraz, de hábitos nocturnos y crepusculares. Se alimenta de frutos, insectos, huevos de aves, pollos, peces, crustáceos, insectos, pequeños mamíferos, basura, carroña, etc.
Habita en zonas boscosas, preferiblemente junto a cursos de agua. Se adapta con gran facilidad a diferentes condiciones ambientales, estableciéndose tanto en el medio natural como en zonas rurales y urbanas. Es un trepador muy hábil, buen nadador y bastante ágil, que en la edad adulta llega a pesar 16 kilos. Los machos son solitarios y territoriales aunque pueden campear en grupo. Las hembras son más gregarias, aunque los grupos suelen ser familiares.
Según se informa desde el Miteco, los mapaches se han adaptado muy bien a vivir en áreas urbanas, donde se pueden alimentar de basuras y alimentos para las mascotas. Muchas veces entran dentro de los garajes, viviendas y almacenes de distribución y alimentación en búsqueda de comida fácil. Cuando son acosados por los humanos o los animales domésticos, pueden presentar un carácter muy agresivo y atacar al hombre o a las mascotas produciendo importantes heridas con sus afilados colmillos y uñas. Si no se ven amenazados, lo normal es que su actitud sea indiferente y se limiten a huir o a observar la actividad humana con curiosidad.
En cuanto a su impacto en el hábitat, desde el Ministerio se recuerda que “una vez en libertad fuera de sus ecosistemas originales causan graves daños en los hábitats. Son animales voraces capaces de cazar y depredar nidos. Debido a su potencial colonizador pueden constituir una amenaza grave para las especies autóctonas”.
Además, causa daños en huertas y cultivos florares y de silvicultura, fruticultura, pastizales y plantas aromáticas o medicinales. También destruye las semillas tras la siembra y estropea la apariencia externa de los productos. En el verano, con la falta de agua, suele acercarse a hidratarse a las tuberías que los agricultores utilizan para regar sus cultivos, causando importantes destrozos en estas instalaciones.
Respeto a sus repercusiones sobre la salud humana, son portadores de enfermedades infecciosas y parasitarias como la rabia, el nematodo, el virus del Nilo o el moquillo. Según explican veterianrios especialistas en animales exóticos a El Decano también es portador de un peligroso parásito denominado Baylisascaris que pueden causar una infección letal del sistema nervioso central, una enfermedad ocular grave o un síndrome de la larva migratoria visceral en seres humanos. Los mapaches infectados arrojan millones de huevos al día en sus heces y las personas pueden contagiarse tras ingerir agua o alimentos contaminados. Existe un riesgo mayor en niños, porque puede estar presente en los areneros de los parques por los que merodean los mapaches.
Su erradicación es difícil, debido la agresividad e inteligencia que presenta esta especie. Por ello es necesario desarrollar medidas de control en las primeras fases de invasión. Y evitar que se reproduzcan porque lo hacen muy rápidamente. Una sola madre puede llegar a tener cuatro crías de un solo parto, y sólo un año después, esas crías podrán volver a reproducirse.
Según la información facilitada por Desarrollo Sostenible, el comercio de mascotas fue la principal vía de entrada de esta especie exótica invasora, procedente de Canadá. “Algunos se escaparon o fueron liberados por sus dueños y han logrado adaptarse a su nuevo hábitat formando poblaciones estables”.
En 2017 se detectaron los primeros ejemplares de Mapaches en Guadalajara en algunas localidades del Corredor del Henares. Llegaron allí desde Madrid a través de corredores fluviales del Tajo. En 2003 ya había mapaches sueltos en el entorno de la capital de España, desde donde después pasaron a Castilla-La Mancha. En el resto de España, se han detectado poblaciones en Cataluña, Cantabria, Mallorca, el País Vasco y Galicia.
Desde la Delegación de Desarrollo Sostenible se aconseja a los ciudadanos no intentar coger, acariciar o interactuar con los mapaches. "Son animales silvestres que pueden ser bastante agresivos aunque tengan una apariencia tan amable, incluso hay que evitar el contacto con las crías. Lo normal es que si se cruzan con uno o se lo encuentran, el animal huya sin mayor problema".
Se recuerda asimismo que "se trata de una especie exótica invasora, que produce un grave daño en los ecosistemas al ser un predador muy versátil que afecta a todo tipo de especies, y que además compite con otras especies autóctonas como la nutria, la marta, comadrejas, gato montés, etc". Por ello, desde la Administración regional se insiste que "nunca se les debe dar de comer ni poner a disposición de ellos fuentes de comida fácil, lo que provocaría que aumenten su tasa de reproducción y aumenten sus efectos negativos sobre el territorio".
Si algún ciudadano observa algún mapache u otra especie exótica invasora, puede contactar con el siguiente teléfono 925 248 829 o escribir al correo electrónico invasoras@jccm.es, con el objetivo de colaborar en el control y vigilancia de estas especies.
También puede notificarse al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a través de la Subdirección General de Biodiversidad Terrestre y Marina, (buzon-sgb@miteco.es) que lo transmitirá, a través de su Red de Alerta a las diferentes comunidades autónomas.
Desde el Miteco se recuerda a los ciudadanos que la suelta de especies exóticas constituye infracción administrativa y puede llegar llegar a considerarse un delito penal. Con la nueva Ley de Protección Animal, está totalmente prohibida su venta.