Las ruinas del Monasterio de Monsalud (Monte de la Salud), en la localidad de Córcoles, pedanía de Sacedón, son ahora menos ruinas, aunque todavía sigan instaladas en los muros de la mayor parte del cenobio. La Consejería de Educación, Cultura y Deportes, a través de la empresa pública Tragsa, está a punto de concluir las obras de rehabilitación y consolidación que se están abordando en el complejo desde el mes de mayo de 2023. Uno de los proyectos más ambiciosos de los llevados a cabo hasta ahora para la conservación de este monasterio medieval, del siglo XII, con un presupuesto de 738.383,39 euros de fondos Next Generation, dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Se trata de uno de los pocos ejemplos de arquitectura de la orden de Císter que existen en la Península Ibérica y uno de los mejor conservados, donde parece que todavía susurran los ecos de la vida monacal regida por la regla de San Benito: “Ora et labora” .
Tal y como explica el arquitecto del proyecto, Juan de Dios de la Hoz, con anterioridad a esta acometida, “la iglesia no tenía cubierta, por lo que llovía dentro el templo y, por otro lado, el claustro tenía una terraza por encima con una gran cantidad de filtraciones de agua, tanto a la parte interior de las bóvedas, como a las fachadas del claustro que dan al jardín”.
Debido a estas amenazas, que hacían peligrar la estructura del complejo, el Gobierno regional encargaba a la empresa Tragsa la ejecución de un proyecto de restauración, quien a su vez contrataba la dirección facultativa con Lávila Arquitectos. Este estudio es el responsable de otros proyectos de restauración del patrimonio de la provincia de Guadalajara, como el que se llevó a cabo hace unos años en el otro cenobio de la orden del Císter: el Monasterio de Bonaval, en la localidad de Retiendas, o los de la cripta del Fuerte y el Poblado de Villaflores, en la capital, entre otros.
En concreto, en el Monasterio de Monsalud se han realizado dos tipos de intervenciones, en la iglesia y en el claustro.
En la iglesia se ha colocado una cubierta nueva de vigas de madera. Para ello, se ha levantado un muro de piedra nuevo en la nave lateral del Evangelio, “hasta la altura de coronación del muro antiguo, que tiene justo en frente, que se ha podido conservar, y se ha colocado una cubierta de vigas de madera, salvando esa luz que existía entre un muro y otro”. La cubierta se ha rematado en el exterior con plomo “muy parecido al que se colocaba habitualmente en las iglesias y monasterios de la época”, explica el arquitecto.
Tanto el muro, como la cubierta de nueva fábrica se han ejecutado con materiales y técnicas tradicionales, por lo que “se integran muy bien en el espacio de la iglesia, porque no hay ningún material que no sea compatible con los originales”.
La segunda intervención se ha abordado en el claustro, donde se han retirado unas enormes vigas metálicas y de hormigón que existían sobre las bóvedas, producto de anteriores intervenciones de consolidación, con el propósito de preservar esta infraestructura como era en la Edad Media: “En origen, por encima de estas bóvedas, la planeidad se conseguía con rellenos o con lo que se denominan tabiques palomeros, que luego se cubrían con una losa cerámica y por encima de esta losa, se colocaba un suelo de piedra”, aclara Juan de Dios.
Esta actuación ha liberado de carga y esfuerzos a los arcos y a las bóvedas y, además de reconstruir la terraza de piedra en la parte superior para evitar que entre agua, ha permitido limpiar las bóvedas de crucería “dejando todos los nervios y toda la plementería completamente restaurados”, indica.
Precisamente, estos son los trabajos que se están rematando durante estos días, “tanto las bóvedas en su cara inferior, como el solado de la terraza por encima”, comenta, lo que han aprovechado para “recuperar algunos de los nervios de las bóvedas o parte de la plementería, que se había perdido”.
Con estas dos intervenciones, las ruinas de Monsalud, son menos ruinas, porque han dejado de habitar la iglesia y el claustro: “Ya tienen tejado, tienen una cubierta, se pueden visitar, se pueden celebrar actos y ya hay una pequeña parte del monasterio que está recuperada”, afirma Juan de Dios. No obstante, el deterioro sigue amenazando a la mayor parte de este enorme complejo. “Ojalá se puedan conseguir más fondos para poder seguir interviniendo en el resto del monasterio que, desgraciadamente, también perdió sus cubiertas, provocando después la caída de arcos, muros y bóvedas”, apunta Juan de Dios.
“Esta actuación es algo que venimos deseando desde hace tiempo, para consolidar una parte de lo que queda del Monasterio, pero tiene que ser la primera de otras muchas inversiones que se tienen que hacer para conseguir restaurar todo el complejo y que quede protegido de la lluvia y la intemperie, que es lo que lo está deteriorando”, indica el alcalde de Sacedón, Francisco Pérez Torrecilla.
El primer edil hace hincapié en que este cenobio es una joya del patrimonio de Córcoles y de la provincia y un recurso turístico muy importante para la zona, que podría atraer a un mayor número de visitantes si se abordaran las actuaciones oportunas. En este sentido insiste en que esta acometida tiene que ser “un inicio de lo que necesita el edificio” para su conservación, pero también para un mayor aprovechamiento turístico en condiciones de seguridad.
Según datos de Lávila Arquitectos, desde principios de la década de los 60 se han abordado diversas intervenciones en el Monasterio de Monsalud, en la mayoría de los casos, para solventar situaciones de emergencia, que comprometían la estabilidad de las edificaciones.
Así, entre 1961 y 1963 la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura ejecutó diversos trabajos en las Bóvedas de la Sala Capitular y se llevó a cabo la demolición de parte del hastial de la fachada principal, bajo la dirección del arquitecto J. M. González Valcárcel y en 1983, la misma Dirección General promovió la consolidación de la estructura, cubiertas y solados de la Iglesia con la dirección del arquitecto Jaime Nadal.
En el año 1990 la Dirección General de Patrimonio del Gobierno regional ejecutó obras en el abovedamiento de la nave lateral de la Iglesia y su cubierta con un proyecto del arquitecto Juan Tejela Juez.
Un lustro más tarde, en 1995, una Escuela Taller de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, bajo la dirección de J. A. Herce Inés, realizó obras en las caballerizas, así como forjados sobre las cubiertas del claustro y la portería y en 1997, la misma Escuela Taller, pero dirigida por la ingeniera Susana González, llevó a cabo el solado del claustro.
Por último, en 2009, la Dirección General de Patrimonio ejecutó los trabajos de consolidación de los muros de las pandas que envuelven el claustro, con un proyecto del arquitecto Eduardo Barceló de Torres. Las obras, que se concluían en 2011, tuvieron una inversión de 845.248,28 euros, de los que el Gobierno de Castilla-La Mancha aportaba el 45% y el resto fue financiado con el 1% Cultural. También se adecentaban algunos espacios, se instalaron barreras de seguridad y se diseñó un itinerario por las zonas más significativas del monumento con paneles informativos.
En la provincia de Guadalajara existen otros tres ejemplos de arquitectura de la Orden del Císter: El Monasterio de Santa María de Óvila, en absoluta ruina, después de ser desmantelado por el magnate americano de la prensa, William Randolph Hearst, y llevado piedra a piedra al otro lado del Atlántico, donde parte de sus piedras se pueden contemplar esparcidas por el Golden Gate Park, en San Francisco, mientras la sala capitular del siglo XII fue recuperada y reconstruida por una orden cisterciense asentada en la abadía trapense de New Clairvaux, al norte de California.
Los otros dos ejemplos son las ruinas de Bonaval, en la localidad de Retiendas, que hace un lustro fueron también objeto de una intervención porque sus muros se estaban viniendo abajo y Santa María de la Buenafuente del Sistal en el término municipal de Olmeda de Cobeta, donde todavía perdura una comunidad de monjas cistercienses, gracias al impulso del párroco, Ángel Moreno, en los años 70 y a la creación de la Fundación Buenafuente del Sistal, que abordó la restauración del complejo y de las casas del pueblo en los años 80, convirtiéndolo en un lugar de retiro espiritual.
“La Orden del Císter no fundó una cantidad enorme de monasterios, sino sólo unos cuantos y algunos, desgraciadamente, han desaparecido, por lo que cada uno de estos edificios es una parte importante de la historia y conviene conservarlos, no sólo desde el punto de vista arquitectónico. Hay escritores que sostienen que estos monasterios forman parte de la historia de la propia Reconquista. Es decir, la Iglesia acompañaba a la colonización de los territorios que los cristianos iban ganando a los árabes en la Reconquista. Se trata de una parte de la historia que merece la pena que se conserve, aunque ya no haya un culto, ni una comunidad de monjes que viva allí”, valora el arquitecto, Juan de Dios.
El Monasterio de Monsalud es el cenobio de la orden del Císter más importante de la provincia de Guadalajara, el más antiguo y el que mejor ha resistido el paso de los años, a pesar de que, tras la Desamortización de Mendizábal, en 1836 la ruina comenzara a cebarse con sus muros. Muy pocos saben que Camilo José Cela hizo escala aquí en su Viaje a la Alcarria, o que Curro Jiménez y el Algarrobo cabalgaron por estos parajes, en algunos capítulos de la famosa serie de Televisión Española.
La visita comienza en la portería, estructura arquitectónica del siglo XVII de estilo Neoclásico, con un arco de medio punto flanqueado por dos columnas a cada lado y rematado con un frontón triangular. A la izquierda se observa a San Benito, con un báculo en la mano derecha y en la izquierda, el libro de la “Regula Monacorum”; a la derecha se encuentra un relieve de San Bernardo de Claraval, con el báculo abacial y el pelo cortado en rodela; y coronando la estructura, el Padre Eterno con la bola del Mundo en su brazo izquierdo y la mano derecha en actitud de bendecir.
Su arquitectura medieval de estilo sobrio, como marca la regla de la orden de Císter, data del siglo XII y preludia al Gótico. Inicialmente el monasterio se fundó en el término de Auñón, en 1138, pasando inmediatamente a Córcoles en 1140, para lo que cedió terrenos Don Juan de Treves, un poderoso canónigo de la catedral de Toledo y arcediano de Huete.
Reyes y personajes importantes realizarían otras donaciones al Monasterio por lo que hacia 1250 se mencionan las propiedades de la Heredad de Villaverde, en Castejón o las de Ulmera y Buenafuente. En Alocén poseían una finca, luego conocida como Alocenejo y en Auñón continuaban poseyendo el territorio de Villafranca, junto al Tajo.
El monasterio fue levantado en el lugar donde existía una ermita dedicada a la Virgen de Monsalud a la que se le atribuían varios milagros.
El primero de ellos ha dado lugar a una leyenda que se remontaría a una gélida noche del año 531. La princesa Clotilde “franca y cristiana”, estaba casada con el rey Amalarico, “visigodo y arriano”, quien le propinaba numerosas palizas. Un día el rey Amalarico abandonó a la princesa Clotilde en un monte de la Alcarria, maniatada y a merced de las fieras. Ésta se encomendó a la Virgen, que mandó a los lobos en su auxilio para que la liberaran y la alimentaran. Desde entonces se atribuyen a la Virgen de Monsalud propiedades curativas contra la rabia, aflicciones y melancolías de corazón, endemoniados y mal de ojo. Se cuenta que el propio Alfonso VIII fue liberado de una gran tristeza al ungirse con los óleos de una de las lámparas del monasterio.
Al atravesar el zaguán, conviene alzar la vista hacia una bóveda estrellada que se conserva completa. Una obra maestra del siglo XVI ornada con motivos vegetales.
En el interior de este complejo destaca el claustro, la Iglesia y la sala capitular con estructura medieval, pero con añadidos del siglo XVI.
Los corredores del claustro están rematados por unas preciosas bóvedas de crucería, que gracias a esta última intervención lucen ahora completamente restauradas, aunque sólo quedan en pie los corredores norte, oeste y sur.
Por el claustro se accede a la sala capitular, donde estuvieron enterrados dos maestres calatravos, Don Nuño Pérez de Quiñones y Don Sancho de Fontova. Todavía se conservan los epitafios en la entrada. Se trata de una sala de gran belleza con bóveda de crucería y grandes capiteles con motivos vegetales.
Aunque es una estructura eminentemente monacal, la iglesia se sitúa curiosamente en el lado contrario, es decir, en el sur, seguramente para adaptarse al terreno. Este templo posee dos portadas, una al sur del siglo XII, de claro estilo Románico, compuesta de varios arcos de medio punto abocinados y coronada por un gran rosetón sin tamizar y otra al oeste, de arco rebajado con decoración de finales del siglo XV a base de bolas. Tiene planta de cruz latina y consta de tres naves rematadas por tres ábsides, la central más elevada. El ábside del centro alberga en su interior la capilla mayor, de gran monumentalidad.
A la izquierda del crucero hay un arco rebajado sobre el que se sitúa una especie de coro, desde el que escuchaban misa los frailes más ancianos o enfermos, con entrada desde sus celdas, que limitan con esta estructura y en lo alto de este paramento se sitúa un discreto ojo de buey.
Los arcos apuntados y la bóveda de crucería dotan al edificio de una gran altura. Estos se apoyan sobre capiteles con decoración fitmórfica y formas geométricas, siguiendo la estética del Císter que no gustaba de los capiteles historiados con animales y formas mitológicas, más propios de la Orden del Cluny, pues se consideraba que distraían de la regla benedictina en la que hizo hincapié San Bernardo: “Ora et labora”.
Las celdas de los novicios se sitúan sobre el claustro y en sus restos, a pesar de la ruina, se puede adivinar el modo de vida monacal. Estas estancias apenas guardan espacio para un camastro, una ventana, un hueco para el botijo y un poyete donde colocar una vela.
El Monasterio también conserva una bodega con 37 espacios para las tinajas, situada en la parte norte del monasterio, bajo el suelo.
Monsalud bien merece una visita para conocer un pedazo de nuestra historia o desentrañar algunos de los misterios y leyendas que guardan sus piedras y, ahora también, para disfrutar del resultado de estas últimas intervenciones que han devuelto al cenobio un resquicio de su antiguo esplendor. Las ruinas del Monasterio son ahora menos ruinas, pero el resto del cenobio sigue clamando por futuras intervenciones que pongan freno a su deterioro, para que su recia y poderosa silueta siga recortando por muchos años el horizonte de estos parajes alcarreños.