Antonio Alfaro, el bombero del CEIS Guadalajara a su regreso de Turquía: "Tenemos mucha suerte de vivir donde vivimos"

Publicado por: Marta Perruca
14/02/2023 08:12 PM
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Un momento del rescate de una mujer por el equipo de BUSF en Ebistan. Reportaje: Antonio Alfaro/BUSF
Un momento del rescate de una mujer por el equipo de BUSF en Ebistan. Reportaje: Antonio Alfaro/BUSF

El bombero ha estado cinco días en Ebistan (Turquía), donde ha participado, dentro del equipo de la ONG Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF), formado por 13 personas y cuatro perros, en las labores de rescate de una mujer de unos 25 años 

 

Antonio Alfaro es bombero del parque de Azuqueca de Henares del Consorcio Provincial (CEIS Guadalajara) y acaba de regresar, después de estar cinco días en el infierno. Alfaro ha formado parte del equipo de la ONG Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF), que se ha desplazado a la ciudad turca de Elbistan para colaborar en las labores de rescate de los terremotos que asolaban Turquía y Siria la semana pasada.

 

“Estuvimos cinco días en Elbistan, desde el lunes por la noche, que llegamos, hasta el sábado, cuando nos dijeron las autoridades que debíamos abandonar la zona”, indica.


Para la población en general de nuestro país y de esta provincia, quizá resulte difícil asimilar desde la distancia el alcance de la tragedia, mientras se suceden todas esas imágenes devastadoras en el televisor. Alfaro, a su vuelta, lo resume de manera contundente en una frase: “Tenemos mucha suerte de vivir donde vivimos”.


Mientras trabaja en el propio campo de la catástrofe la sensación es otra: “Cuando estás allí tampoco tienes tiempo de pensar mucho. En realidad, no piensas en nada. Llegamos después de no dormir la noche anterior y lo primero que haces es ponerte a trabajar. Cuando eres realmente consciente es cuando llegas aquí”, indica

 

“Han sido unos días muy duros, de bastante trabajo”, continúa el bombero. Llegaron a Elbistan sobre las 23.00 horas del lunes, después de doce horas en autobús, “para un recorrido que será de cuatro o cinco horas en coche, porque las carreteras estaban colapsadas, algunas de ellas rotas por el terremoto”, relata.

 

Nieve en Turquía


Elbistán es la ciudad más grande de la provincia de Kahramanmaraş en Turquía , con una población previa a los terremotos de 142.548 habitantes, según datos de 2019. También se caracteriza por tener un clima más bien frío , según Alfaro, con temperaturas que rondan los 20 grados bajo cero durante la noche: “Todos los días llegábamos a los -15, -18 ó -19 grados (…) Los equipos de rescate nos solicitaron un colegio para que tuviéramos un sitio donde dormir en sacos en el suelo, pero bajo techo, porque tampoco teníamos tiendas de campaña, ni equipación para aguantar mucho tiempo”, detalla.

 

El bombero del CEIS Guadalajara recuerda el momento preciso en el que se adentraron en la ciudad en medio de la noche: “Ves todas las casas derruidas con unas hogueras grandes. La ciudad no tiene luz, ni agua, ni nada. Sólo ves las hogueras y las casas echadas abajo. La verdad es que, cuando llegamos nos encontramos un ambiente absolutamente desolador”, describe el voluntario.

 

A la mañana siguiente se incorporaban a las labores de rescate: “En ese momento la gente empieza a solicitarnos ayuda. Nos dicen, por ejemplo, que en su casa puede haber personas atrapadas y para eso llevamos a los perros, porque los perros pasan y detectan si hay gente con vida o no”, afirma.

 

Esa suerte de anestesia emocional con la que se arman los voluntarios que acuden a socorrer a las víctimas de una catástrofe de estas magnitudes se disipa para dejar pasar a la euforia cuando retumba entre los escombros la voz ahogada de alguien con vida. La adrenalina empieza a correr por el flujo sanguíneo y activa el resorte para iniciar las labores de rescate: “La sensación más fuerte fue cuando encontramos a la víctima y cuando la sacamos. Eso te produce un subidón y una sensación de alegría. Hay una persona con vida y hay que rescatarla”.

 


El equipo de la BUSF, formado por 13 personas y cuatro perros, llegó a tiempo de rescatar a una joven de unos 25 años atrapada entre más de 20 metros de escombros. Las frías temperaturas dejaban poco espacio para milagros en esta ciudad, una vez pasada la primera noche tras la tragedia: “Creemos que la mayoría de la gente atrapada ya había fallecido (…) Con -15 o -18 grados, puede que la primera noche la aguantaran, pero después es complicado”, asevera. De hecho, a partir de ese momento “lo único que pudimos hacer es certificar que no había nadie vivo”, añade.

 

“Pensamos que nos mandaron a esta ciudad por nuestras características como grupo, de acuerdo con la normativa internacional Insarag, donde estamos inscritos como medio de rescate ligero: Somos 13 personas, con cuatro perros y con una capacidad de trabajo de en torno a una semana, porque nosotros llevamos comida y agua. Creemos que nos enviaron a esta ciudad teniendo en cuenta esas características, porque se trata de un lugar relativamente difícil de llegar para un grupo más numeroso”, comenta.

 

El Grupo Asesor Internacional de Operaciones de Búsqueda y Rescate (Insarag), tal y como explica su página web, es “una red mundial de más de 90 países y organizaciones bajo la sombrilla de las Naciones Unidas, que se encarga de temas relacionados con búsqueda y rescate urbano (USAR) con el objetivo de establecer normas internacionales mínimas para los equipos USAR y una metodología para la coordinación internacional de respuesta ante terremotos. Estas normas y metodologías se basan en las Guías de Insarag, aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 57/150 del 2002, sobre el «Fortalecimiento de la Eficacia y de la Coordinación de la Asistencia Internacional a las Operaciones de Búsqueda y Rescate en Zonas Urbanas».

 

En este sentido, Antonio Alfaro destaca de esta expedición la organización : “De todas las catástrofes en las que hemos estado, teniendo en cuenta que llevamos 20 años yendo a terremotos, esta ha sido la que mejor organizada nos ha parecido”, valora. El bombero se refiere a la organización por parte de las autoridades locales, que según indica, cuentan con una especie de servicio de protección civil denominada AFAD: “Directamente en el aeropuerto de Estambul nos derivaron a otra sala, junto con otros equipos de rescate. Nos pusieron ya un traductor allí. Habilitaron a los guías turísticos como traductores. Entendemos, que al ser una zona de terremotos están preparados para ello y a partir de ahí, nos asignaron una zona de trabajo. Eso nos facilitó también llegar pronto, porque en estos casos el llegar antes de 24 horas, es fundamental, antes de que se colapse todo”, aclara.


La ONG además ha puesto a disposición un número, el 38350, para contribuir a paliar los daños de la tragedia a través de Bizum. “Hemos activado una cuenta a través de Bizum con la idea de seguir ayudando con el tema sanitario. Hemos establecido contacto con un hospital de campaña que montaron y el hospital fijo, para que nos vayan comentando sus necesidades y en función de ello, enviar el material que necesiten”, indica el bombero.

 



La BUSF lleva más de 20 años al pie de la catástrofe


Este bombero explica que adherirse a la BUSF fue una de las primeras cosas que hizo nada más aprobar la oposición, hace unos 20 años, en los albores de la organización, y ahora forma parte de su Junta Directiva. Sin embargo, es la primera vez que participa en la fase de rescate de un terremoto: “No siempre te pilla disponible, por temas familiares y demás. Una de las veces coincidió con mi primer hijo y la otra con el segundo. En otras ocasiones he salido en segunda fase o en tercera, pero con el fin de prestar ayuda sanitaria o para temas de potabilización de agua”, comenta.


Los equipos de Bomberos Unidos Sin Frontera han participado en todo tipo de catástrofes: terremotos, huracanes, deslaves, volcanes… “las catástrofes naturales relativamente grandes a las que nos dé tiempo a llegar”, añade.


La organización, indica, está formada por alrededor de 1.200 bomberos, sanitarios y voluntarios civiles. “Pero los que salimos a una catástrofe somo un número mucho más reducido, como de unos cuarenta, porque tenemos que llevar cierto número de años en la ONG, pasar unos cursos y formarnos debidamente, y claro, ser bombero o sanitario”. La organización tiene cuatro sedes en Madrid, “a la que pertenecemos todos los bomberos de la zona centro, Córdoba y Huelva y una unidad médica formada por sanitarios.


“Somos una organización independiente. Hay otras como al UME, que salen de manera oficial, pero nosotros vamos por libre. En mi caso, me llegó el mensaje sobre las 4.00 o las 5.00 de la mañana y a las 7.00 ya estaba buscando vuelos”, indica.


Otra cosa es compaginar esta labor humanitaria con las responsabilidades profesionales en el parque de Azuqueca, la familia y otros compromisos de la vida cotidiana: “En casa ya lo aceptan porque saben que soy bombero de profesión pero también por vocación… La verdad es que me venía un poco mal, pero al final, si quieres, te apañas. En lo profesional, como tenemos días libres, se puede hacer todo. En esta ocasión, además, tengo que decir que el Servicio me ha ayudado para gestionar los cambios de guardias. Hablé con la oficina y me dijeron que me fuera tranquilamente, que ellos se encargaban de todo, lo que es de agradecer, porque me ha facilitado mucho las cosas”, concluye Alfaro.

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