La Casa del Guarda, un campo de concentración recuperado en Jadraque

Publicado por: El Decano
01/07/2023 08:00 AM
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Reportaje fotográfico: Incipit-CSIC.
Reportaje fotográfico: Incipit-CSIC.

Los arqueólogos del Instituto de Ciencias del Patrimonio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas concluyen su segunda campaña en el paraje de la Casa del Guarda en Jadraque, donde hubo un campo de concentración que albergó a cerca de 5.000 soldados republicanos entre 1937 y 1939

 

En un monte de chaparras más allá de Villanueva de Argecilla, perdido entre caminos de concentración parcelaria, todavía se puede ver un conjunto de barracones militares del ejército sublevado construidos por prisioneros republicanos en 1937, aún en pie más de ochenta y cinco años después. Pero lo que no se ve, oculto por la maleza y el paso del tiempo, son los restos del campamento donde vivían hacinados y en condiciones de extrema dureza, una vez acabada la Guerra Civil, los cerca de cinco mil soldados republicanos que según la documentación de los archivos militares fueron concentrados allí para su depuración.

 

Los arqueólogos del Instituto de Ciencias del Patrimonio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas dan estos días por finalizada la segunda campaña de excavaciones en el paraje de la Casa del Guarda de Jadraque, el campo de concentración que albergó a aquellos soldados entre 1937 y 1939. El mismo equipo multidisciplinar de arqueólogos que documentó las chozas de los trabajadores de Cuelgamuros, comandado por Alfredo González Ruibal -el mayor experto español en arqueología bélica de la Guerra Civil- ha llevado a cabo los trabajos de ubicación e investigación sobre el terreno de este recinto olvidado durante décadas, una vez que el ejército franquista lo abandonó.



Decía el escritor José María Gironella, que tras la guerra estalló la paz, pero lo que realmente estalló en España fue una cruel represión, de la que dan cuenta estos lugares para la memoria. No fue hasta 2018 cuando las pesquisas de la Asociación Histórica Frente de Guadalajara -una organización sin ánimo de lucro que busca rescatar y poner en valor los lugares asociados a la Guerra Civil en la provincia-, en el Archivo General Militar de Ávila y el Instituto Geográfico Nacional, condujeron a los investigadores alcarreños Alfonso López Beltrán y Julián Dueñas Méndez a ubicar la existencia de un puesto de mando, una central de transmisiones y un campo de concentración del que se tenía constancia de su existencia pero no de su ubicación, en el paraje de la Casa del Guarda.

 

«Este campo en concreto -afirmaba al inicio de las excavaciones en abril de 2022  Alfredo González-Ruibal fue un recinto militar durante la guerra y un campo efímero e improvisado usado para concentrar a los soldados que se rinden en masa a partir de marzo de 1939. Las construcciones eran chabolas y allí llegaron batallones de trabajadores entre 1937 y 38. Está documentado que llegaron soldados del norte, vascos. Al ser un periodo tan breve es muy difícil de investigar pero nos resulta igual de fascinante por lo desconocido que es».

 

La documentación aportada por la Asociación Histórica Frente de Guadalajara constataba en mayo de 1938 la presencia de efectivos militares como la 74 División, el 131 Regimiento Bailén y la 73 División. Y también de la 1ª Compañía del 76 Batallón de trabajadores prisioneros que constaba, según aparece en los archivos, de 874 trabajadores y 113 guardianes. Hasta marzo de 1939 habría habido censados en ese recinto del monte un total de 4.338 prisioneros que fueron junto con el cuerpo de Zapadores del ejército sublevado quienes construyeron las edificaciones formales del ejército, así como las más precarias para los republicanos.

 

Las muescas tipo grafiti hechas en la argamasa fresca por los primeros trabajadores que llegaron al campo, prisioneros republicanos tras la caída del frente del norte en 1937, fechan la construcción del campamento militar original cuya tipología correspondería a dormitorios, puesto de mando, oficialidad, cocinas y polvorín, además de un altar para ceremonias y otras estructuras aún por estudiar. En la campaña de este año se ha procedido a fotografiar estos edificios de forma sistemática, ante el riesgo de que se acaben viniendo abajo, dado su estado precario de conservación.

 

No obstante, el principal objetivo de los investigadores ha sido documentar el área donde vivían los soldados republicanos. Allí, el año pasado los arqueólogos desvelaron la presencia de una veintena de zanjas tipo trinchera excavadas en el suelo, una construcción bélica cuya tipología se puede rastrear en otras zonas de conflicto a por toda Centroeuropa. La apertura de estas estructuras ha permitido desenterrar los restos materiales de la vida cotidiana de aquellos prisioneros, así como de los soldados que los custodiaban.

Y ésta es un cargador Máuser completo. Munición alemana.
Cargador Máuser completo. Munición alemana.

Tanto los objetos que los arqueólogos han ido arrancando al suelo cómo el mapa de su dispersión por todo el perímetro del campamento, aún por determinar, contribuirán una vez se analicen, a la reconstrucción del relato histórico del campo de concentración y del campamento militar adyacente. Así, la aparición de casquillos de bala y su procedencia da a entender a los arqueólogos que en ese monte hubo enfrentamientos cuerpo a cuerpo. "En el entorno del campo hemos documentado los combates que hubo en la zona en 1936, apoyado por relatos que tenemos de la época, que son muy parcos. Han aparecido restos de munición asociada con los primeros momentos de la guerra relacionados con el bando republicano y con combates a muy corta distancia", explica el coodirector de la excavación, el arqueólogo Luis Antonio Ruiz Casero.

 

Los registros de la época dicen que la primavera de1939 fue especialmente fría. Al aire libre, sin medios para guarecerse, más de cinco mil personas -cinco veces la población de Jadraque en aquellos años-, se hacinaron en el paraje de la Casa del Guarda entre abril y mayo de aquel año. Las condiciones de vida que describen los arqueólogos eran miserables: un lodazal al raso para unos ex combatientes que ya llevaban a sus espaldas más de tres largos años de guerra y penurias. Los agujeros en el suelo y las zanjas donde se resguardaban han escupido multitud de vestigios de la época: insignias militares, púas de guitarra, tinteros de cristal y latas; sobre todo muchas latas. Las provisiones republicanas incautadas al acabar la guerra fueron la principal fuente de sustento, aunque en la torre de vigilancia, excavada estas últimas semanas, han aparecido restos de una alimentación más sofisticada, así como de otras comodidades, lo que da idea de las diferencias entre cautivos y soldados sublevados.

Insignia del bando nacional encontrada en un barracón de los guardias.
Insignia del bando nacional encontrada en un barracón de los guardias.



Los relatos que se conservan escritos allí por los republicanos dan cuenta de las las esperanzas frustradas al finalizar la contienda, con la incertidumbre del futuro y el hambre del día a día. Una vez clasificados, los prisioneros eran enviados desde la Casa del Guarda a otros lugares. Se tiene constancia de que muchos de ellos partieron en tren desde Jadraque hasta Galicia. Los investigadores les han seguido el rastro hasta cárceles franquistas gallegas.

 

Y sin embargo, nadie recuerda hoy en Jadraque su paso por aquellas tierras, no hay constancia de su presencia, ni tampoco del desfile de cautivos rumbo a la estación de tren de la localidad. De lo que si hay constancia y memoria es de la presencia de requetés durante la guerra, acantonados en la vecina Villanueva. Sobre el altar de la iglesia de la localidad se puede ver la pequeña virgen que allí dejaron los soldados navarros, campesinos ultracatólicos que abandonaron sus campos para marchar rápidamente sobre Madrid al inicio de la guerra y regresar a sus tierras antes del otoño para recoger las cosechas. Con el frente estabilizado a escasos kilómetros de allí, los navarros acabaron conviviendo con los vecinos de la localidad durante tres largos años.

 

A diferencia de este episodio, ampliamente documentado, a escasos kilómetros de allí, la ley del silencio imperante en la posguerra pronto cubrió con un espeso manto de olvido el campo de concentración perdido entre chaparras y a sus moradores. Durante décadas, aquellos parajes solo fueron transitados por recolectores de latas y una vez éstas dejaron de ser




fácilmente visibles, por pastores y cazadores. La apertura de caminos de concentración parcelaria a mediados de los años 80 y el cambio de titularidad de propietarios que llevó aparejada reabrió el interés por los barracones militares, lo único visible de todo el recinto bélico. Y también la presencia de curiosos y de coleccionistas armados con detectores de metales, una actividad prohibida por la legislación regional en materia de Patrimonio.

 

Los trabajos efectuados por los investigadores del CSIC han devuelto el recuerdo y la memoria de lo que sucedió en el recinto de la Casa de Guarda hace ya más de ochenta y cinco años. Las charlas dadas por los investigadores y las visitas guiadas a la zona han despertado el interés por este legado histórico. La documentación de la campaña de excavaciones de 2022 es pública y se encuentra colgada en la página web del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, a la espera de que en los próximos meses, se analice y catalogue lo encontrado este año. Con estos informes, Jadraque podría solicitar la declaración de Bien de Interés Cultural, una figura de protección que aseguraría en cierto modo la preservación de ese entorno. De momento, el Ayuntamiento de la localidad y su alcalde recién reelegido Héctor Gregorio, han manifestado su interés por señalizar la zona, lo que sería un primer paso en este sentido. En un futuro, tal vez todo el recinto pueda ser rehabilitado o convertido en un campo de trabajo juvenil en línea con lo que se ha llevado a cabo en recintos similares, como el de Bustarviejo, en la Sierra de Madrid.

 

Mucho más cerca, al otro lado del valle del Badiel, en Gajanejos, se presentó el pasado año un proyecto para que los lugares de la Batalla de Guadalajara se recuperen y repercutan económicamente en la economía de los pueblos de la comarca. La recuperación de los barracones militares y las trincheras donde se hacinaban los presos republicanos entre 1937 y 1939 forma parte de esta misma historia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gloria Magro, periodista             

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