Un recorrido por la niñez, desde los niños pintados por Bartolomé Esteban Murilllo en la Sevilla del siglo XVII a las escalofriantes imágenes que nos llegan de los niños muertos en Gaza.
Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1-1-1618/ 3-4-1682), un pintor que destacó entre los más grandes maestros del Barroco español, abarcó en su temática desde el retrato de ilustres personajes y cuadros de temática religiosa como las 'Inmaculadas' (los patrocinadores del arte en aquella época en España e Italia; corte, aristocracia e iglesia, tenían la última palabra en cuanto a los contenidos a tratar y con ello tenían que vivir los artistas), a la representación de otra realidad: la encarnada por los niños callejeros, alegres, pícaros, de la Sevilla del siglo XVII.
Era aquella una ciudad de contrastes; espléndida, de las mayores de España, puerto de las Américas a la que afluían sus riquezas, de fama mundial, donde el alto clero, nobleza y comerciantes vivían en la opulencia, pero en la que también una parte muy importante de sus moradores lo hacía en la pobreza y en la miseria, siendo un exponente de esta la infancia indigente.
La representación de la niñez ha sido un tema universal en el arte. Por lo que toca a la pintura española, ya en el tránsito de los siglos XIX al XX, otro gran artista, Joaquín Sorolla, dedicó su maestría a retratar no sólo a los niños de las clases más pudientes sino además a los otros, a los enfermos y menesterosos.
Pablo Ruiz Picasso, quien manifestó dotes para la pintura a una edad muy precoz, sintió empatía hacia las personas marginadas (prostitutas, enfermos…) y las representó en un periodo de su producción artística -el llamado 'Azul'-, entre ellas a madres con sus hijos envueltos en la tristeza y la soledad, reflejo también del detritus social que segregaba la Barcelona de inicios del siglo XX.
La Guerra Civil española trajo otras interpretaciones del mismo tema. Estas ya plasmadas, además de lienzos, en un soporte más novedoso, la fotografía, medio con el que Robert Capa inmortalizó la tragedia de una infancia destruida, la de la ciudad de Madrid: "Ciudad de los más turbios siniestros provocados, de la angustia nocturna…" (Alberti, R., 'Poetas en la España leal') como la cantó el poeta Rafael Alberti en aquellos días, sometida al hambre, al frío y a la muerte por los bombardeos de la aviación fascista.
Los intereses del imperialismo estadounidense tras la II Guerra Mundial pusieron su mirada en el sureste asiático y desencadenaron otra contienda para extender su área de poder y sus beneficios a expensas del sufrimiento y la muerte de centenares de miles de personas en Laos, Vietnam y Camboya. Una de las imágenes icónicas de este conflicto fue la tomada el 8 de junio de 1972 por el fotógrafo vietnamita Nick Ut, en la que se puede ver a una niña de 9 años, Phan Thi Kim Phuc, con otros niños huyendo del napalm lanzado por error a su aldea por fuerzas survietnamitas. La fotografía ganó el Premio Pulitzer en 1973.
Phan Thi Kim Phuc declaró a sus 59 años para The New York Times: "Nuestra vida era sencilla y había comida en abundancia. Todo eso cambió el 8 de junio de 1972. Estaba jugando con mis primos en el atrio del templo. Momentos después, un avión voló muy bajo y a toda velocidad, el ruido fue ensordecedor. Luego, hubo explosiones y humo y un dolor insoportable. Tenía 9 años".
“No duermo. Suelo tener pesadillas con mi hermano, mi sobrino y mis amigos muertos. Todos los días le digo a mi madre que me quiero morir. El otro día me quise tirar por el balcón pero mi hermana me agarró. Mi padre es pescador pero nos han cerrado el mar. Sólo nos permiten pescar a cinco millas de la costa. Ahí no hay apenas pescado. Vivimos una vida de mierda. Tierra, mar, todo bloqueado. Soy un niño igual que los demás. Esto no es vida. No tenemos ni para comer. Tengo que ganarme la vida vendiendo té y café para llevar dinero a casa. No me han dejado amigos ni a nadie. Me quedo en casa, no juego ni hago nada. Me gustaría entrar en la resistencia y hacer justicia por mis primos”.
Este testimonio es de Hamada, uno de los diez niños que protagonizan el documental 'Nacido en Gaza', del director de cine ítalo-argentino, Hernán Zin, tras la masacre causada por el ejército israelí en el verano de 2014, que ocasionó la muerte de 71 soldados israelíes y 2.205 palestinos, la mayoría civiles, entre estos más de 500 niñas y niños.
Con pretextos como "lucha contra el terrorismo" o "medidas para acabar con Hamás", el Gobierno sionista de Netanyahu, entonces como hoy, mostraba sus políticas de genocidio y limpieza étnica contra los palestinos, mientras los gobiernos occidentales incluidos los socialdemócratas, siguen vertiendo sus cínicas lágrimas de cocodrilo ante la tragedia, al mismo tiempo que venden armas a Netanyahu.
En el documental Hamada sigue hablando y dice: "Nadie nos ayuda. Cogen nuestros nombres, nuestros datos, número de teléfono y prometen, prometen. Se van y se olvidan. El Gobierno de Ramallah, los de Fatah, Hamás y muchas milicias dicen que nos van a ayudar pero no es así”.
En la actual guerra tampoco les ayuda China, que en el año 2021 superó a EEUU y se convirtió en el país con más importaciones a Israel y que, de romper relaciones con el Gobierno sionista, la suerte del conflicto sería muy distinta.
Transcurrido casi un año del inicio de la guerra de Gaza vemos cómo esta se recrudece. Con el apoyo de EEUU y la UE al Gobierno sionista de Israel, los muertos sobrepasan la cifra de 40.000, de ellos 15.000 niños y niñas. Las 70.000 toneladas de bombas lanzadas superan a las de los bombardeos sobre Dresde, Hiroshima o Londres en la II Guerra Mundial.
Parar esta guerra sólo es posible con un movimiento de la clase trabajadora en todo el mundo, del que ya se han dado los primeros pasos con movilizaciones como las que ha habido desde octubre del año pasado en Alemania, Bélgica, Francia, Gran Bretaña, en el Estado español y en Marruecos, Argelia, Egipto, Jordania y muchos más países, las que por cierto en muchos casos han sufrido la acción represiva de los gobiernos.
Esta movilización ha de exigir la ruptura de relaciones económicas, militares y diplomáticas de los diferentes países con el régimen criminal de Netanyahu, lo que es aplicable también al gobierno español de PSOE-Sumar que, dejando a un lado las declaraciones de Pedro Sánchez, en los hechos se ha convertido en un firme apoyo del Gobierno de Israel.
Enrique Alejandre Torija. Investigador de temas históricos. Autor de 'El movimiento obrero en Guadalajara. 1868-1939' y 'Guadalajara, 1719-1823.Un siglo conflictivo' y 'La mujer trabajadora en Guadalajara.1868-1939'.
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