Carta a la Directora de Blanca Calvo
Por Blanca Calvo Cortés
Cuando, en octubre de 2018, se inauguró en nuestra ciudad la Biblioteca Municipal Suárez de Puga, mandé un escrito a la prensa, firmado también por Alicia Girón -una gran bibliotecaria ya desaparecida-, en el que denunciábamos las malas condiciones en las que se había abierto: en un espacio demasiado pequeño, sin salida directa a la calle, con un fondo muy escaso y con una plantilla de personal externo.
Esa percepción tan negativa cambió radicalmente cuando en la Biblioteca se formó un grupo profesional, coordinado por la actual técnica de bibliotecas y coordinadora del equipo, una persona con la que he trabajado muchos años. A pesar de que las condiciones materiales seguían siendo malas, la Biblioteca empezó a florecer, ocupando un lugar preeminente en la cultura de la ciudad. Los usuarios empezaron a aumentar -quizá porque el equipo sabía intuir sus necesidades-, se empezaron a programar actividades interesantes, y se fue creando una verdadera comunidad alrededor del centro. El entusiasmo del equipo suplía las carencias, y la Suárez de Puga parecía empeñada en llevar a la práctica el Manifiesto IFLA-Unesco sobre Bibliotecas Públicas (2022) que, entre otras cosas dice que: "Las bibliotecas crean comunidades, actuando proactivamente para llegar a nuevos usuarios y apelando a la escucha eficaz para promover el diseño de servicios que satisfagan las necesidades locales y contribuyan a mejorar la calidad de vida".
Por eso ha sido tan doloroso leer el artículo de Ana María Ruiz publicado en El Decano de Guadalajara el pasado día 20. No entiendo cómo se ha podido llegar a una situación en la que "de las cuatro trabajadoras con que cuenta la Biblioteca, dos se hayan marchado y una permanezca de baja". Del artículo se deduce que esas retiradas y esa baja se deben al mal clima de trabajo introducido por la directora de la Red de Bibliotecas Municipales, un puesto de trabajo creado no para dificultar la marcha de la única Biblioteca Municipal que a día de hoy existe, sino para construir una verdadera red y cumplir así, por fin, el artículo 16.3 de la Ley de la Lectura y las Bibliotecas de Castilla-La Mancha (2011), por la que las poblaciones de más de 20.000 habitantes están obligadas a contar con "una red municipal de bibliotecas de titularidad pública y uso general".
Con esta carta quiero pedir a la alcaldesa que, por favor, escuche a las trabajadoras de la Suárez de Puga y resuelva el problema. No podemos permitirnos el lujo de que se hunda la única Biblioteca Municipal que, por ahora, existe en nuestra capital.
¡Feliz Navidad!