A Trump no le gustan ni el 'habeas corpus' ni los estudiantes extranjeros

Publicado por: Antonio Marco
26/05/2025 12:30 PM
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Apenas han pasado cinco meses desde que el republicano Donald Trump tomó posesión como presidente del país más poderoso de la tierra, Estados Unidos de Norteamérica, y muchas de sus precipitadas decisiones de gobierno han desbaratado el incierto orden mundial económico impuesto precisamente en gran medida en el pasado por su propio país, al que ahora parece negar. Sus contradicciones, imprecisiones y bravuconadas no dejan de escandalizar y preocupar día sí y otro también al resto del planeta.

 

Me voy a referir brevemente a tres de los asuntos que me parecen de especial relevancia, aunque podríamos considerar varias decenas o centenas de los muchos aprobados y que con tanta exageración y aparatosidad mediática publicita al mundo entero. El 20 de enero de 2025, en su primer día de gobierno, Donald Trump firmó más de 100 decretos de propuestas claramente conservadoras. Estas órdenes ejecutivas abarcaron temas como seguridad fronteriza, deportaciones de extranjeros, energía, política de género escolar y sanitaria cuestionando las vacunas. También revocó cerca de 80 decretos de su predecesor, el demócrata Joe Biden, incluyendo medidas sobre equidad racial y derechos de identidad de género. Pero me referiré solo a tres de sus decisiones. Vaya de entrada que, sin desconocer la importancia de los líderes políticos, sobre todo en países presidencialistas como EEUU, no me gusta cargar toda la responsabilidad de las decisiones, buenas o malas, en el líder, olvidando que esas decisiones solo son posibles con la colaboración y aprobación de miles de ciudadanos y de los responsables de cada departamento de gobierno. En el caso de Trump ha asociado a su gobierno a varios de los hombres más ricos del planeta para que gobiernen a su enorme y complejo país como si de una gran empresa se tratara.

 

Pues bien, todavía no hace quince días el asesor presidencial Stephen Miller anunciaba que Trump, su gobierno, está considerando suspender el habeas corpus para los emigrantes como un instrumento más de sus políticas restrictivas, injustas e inhumanas con los extranjeros. America first y América para los americanos son su eslogan populista bien recibido por unos cuantos millones de americanos. Habeas corpus es una expresión jurídica latina, pero no es propia del derecho romano porque tiene su origen en la Carta Magna de 1215 de Inglaterra, que estableció la necesidad de justificar la detención de un súbdito y más propiamente en 1679, cuando el Parlamento inglés aprobó el Habeas Corpus Act, que fortaleció la protección contra arrestos ilegales y estableció procedimientos claros para impugnar una detención.

 

Los antiguos romanos, que fueron capaces de integrar en su sociedad como ciudadanos de pleno derecho a todos los seres libres del Imperio, desde el Éufrates al Támesis y desde el Danubio al desierto africano, tenían un magistrado de justicia encargado de controlar las relaciones y conflictos de los romanos con los extranjeros, el praetor peregrinus, y también tenían su incipiente derecho de gentes o derecho internacional y una normativa más concreta llamada Interdictum de homine libero exhibendo, que protegía a las personas libres contra detenciones arbitrarias y que se considera un precedente del habeas corpus moderno.

 

La expresión habeas corpus forma parte de una frase más amplia, habeas corpus ad subiiciendum et recipiendum, cuya traducción literal sería "ten el cuerpo para ponerlo a disposición y recogerlo",  frase, difícil de entender si no se conoce que con ella la justicia inglesa se dirigía a la dirección de una prisión ordenándole que tuviera preparado al detenido, su cuerpo naturalmete, para ser trasladado al tribunal. Si algún lector quiere profundizar en el concepto le remito a un breve artículo que hace ya muchos años publiqué en mi blog antiquitatem: https://www.antiquitatem.com/habeas-corpus-derecho-romano-common-law/

 

Actualmente, cuando lo plantea el detenido o su abogado, la frase expresa la petición del detenido de ser conducido ante un juez para que decida sobre la pertinencia y necesidad de su detención y por eso el habeas corpus se ha convertido en un pilar fundamental del Estado de Derecho, garantizando la libertad individual en numerosos sistemas legales alrededor del mundo; generalmente la retención policial no puede prolongarse más de setenta y dos horas sin que el detenido sea puesto a disposición del juez. Pues bien, en estos días simplemente el gobierno de Trump, sin que le tiemble el pulso, piensa restringirlo o suprimirlo, aunque agrava la decisión cuando aclara que es una medida contra los emigrantes, negando pues la condición de ser humano con derechos a unos cuantos millones de personas que tienen un derecho  tan elemental como el de ser juzgados en derecho y no detenidos arbitrariamente por la policía ejecutiva. Esta propuesta que niega el derecho, desde mi punto de vista de una relevancia y gravedad extraordinarias, ha pasado un tanto desapercibida y desde luego ha generado poco escándalo entre ciudadanos excesivamente acomodaticios e insensibles a medida que se avanza en la conformación de estados fascistas y policiales, en las antípodas de lo que creíamos que era la sociedad norteamericana. ¡Cuánto temor y miedo habrá generado ya este simple anuncio a miles de personas que se sienten indefensas en el país al que han acudido con la simple pretensión de mejorar su vida aportando lo que tienen, su trabajo!

 

Segundo asunto escandaloso. Apenas han pasado cuatro días cuando el pasado jueves día 22 la Administración de Donald Trump revocó la potestad de la Universidad de Harvard, la más prestigiosa de EEUU, para admitir nuevos estudiantes extranjeros. La medida afecta a unos 7000 alumnos de los 20.000 totales, aproximadamente el 27%, pretendiendo entre otras cosas asfixiarla económicamente. Trump ataca desde hace tiempo directamente a esta universidad que no se pliega a sus exigencias de control de las personas y de sus ideas y que le ha plantado cara. Con argumentos falsos y manipulaciones sin pudor ni vergüenza intelectual, elimina así una de las características más importantes de la Universidad desde su origen y por supuesto de las americanas, algunas de ellas las más prestigiosas del mundo, como es el intercambio y circulación mundial de conocimiento en beneficio de toda la humanidad. La Universidad de Harvard, entre estudiantes de ella egresados y extranjeros con ella relacionados tiene más de 160 premios Nobel. Las universidades americanas con sus cuantiosos fondos económicos tienen enorme capacidad para atraer a los más sabios y expertos especialistas del planeta. La medida de Trump, paralizada momentáneamente por una jueza de Boston, tendrá un efecto devastador en el mundo científico porque además  la plantea como una advertencia y aviso para el resto de universidades a las que amedrenta y asusta así, al más puro estilo mafioso de algunas exitosas películas americanas.

 

Pero es que desde la Antigüedad grecorromana los estudios superiores, que ahora llamamos universitarios, procuraron eliminar las estériles fronteras y facilitar la relación entre los estudiosos: los sabios griegos como Heródoto acudían a Egipto, cuna de muchos saberes, Alejandría y su famosa biblioteca era un centro nutrido del saber mundial del momento, los estudiantes y profesionales romanos, como Cicerón o Virgilio, acudieron todos a Grecia para perfeccionar sus conocimientos y su arte; a la escuela de Traductores de Toledo acuden de Áafrica y de todo Oriente sabios judíos y musulmanes con códices que encierran la sabiduría clásica de los griegos y que han de traducir al latín o a lenguas europeas; cuando bien avanzada la Edad Media se crean las Universidades europeas, todas son centros de formación e intercambio internacional hasta el día de hoy: París, Bolonia, Heidelberg, Oxford, Salamanca..... El humanista del siglo XVI Erasmo de Rótterdam da nombre al exitoso programa europeo de intercambio de estudiantes con el que más de doce millones de jóvenes, más de setecientos mil (700.000) de ellos españoles, han acudido a centros universitarios y formativos de otros países desde 1987. No podía ponerse nombre más adecuado al programa que el del sabio humanista que estudió y fue profesor en Países Bajos, Italia, Francia, Suiza, Bélgica, Inglaterra.....; a España no se atrevió a venir asustado por el rigor anticientífico y fanatismo religioso de la cruel Inquisición de la época.

 

Medidas como esta producen sencillamente miedo porque nos recuerdan con demasiada fuerza momentos del pasado de tiranía y fanatismo ideológicos al margen de todo respeto a la diversidad de los seres humanos que creíamos superados para siempre y parecen encaminarnos por la senda de la oscura ignorancia irracional.

 

Esta absurda medida ciertamente ha producido algún escándalo en la comunidad científica mundial, pero la generalidad de la sociedad parece soportar esta exigencia con el mismo pasotismo y tibieza con el que acepta la supresión del habeas corpus. Desgraciadamente esa sociedad en nuestro caso es la de Europa, que parece alelada, dormida y sin capacidad de una respuesta contundente defendiendo lo que en realidad es su peculiaridad y seña distintiva: ser una isla de libertad y racionalidad en un mundo convulso escaso de libertades esenciales para que el  ser humano viva una vida digna.

 

El tercer hecho, más profundo y más general, se merece un tratamiento especial más profundo; se refiere a ese nuevo nivel al que se eleva el sistema económico neoliberal y neocapitalista imperante hoy en día que está en el origen de todas estas medidas irracionales e inhumanas: cuando parecía que el capitalismo económico había alcanzado su máximo nivel de deshumanización, cuestionada profundamente la socialdemocracia y, por supuesto, la doctrina social de la Iglesia como vienen denunciando los últimos papas,  la administración Trump y sus colaboradores hipermegarricos dan un paso más e imponen un control y explotación de la economía y del gobierno mundial cuyo único objetivo es la acaparación sin límite de riqueza por unos pocos frente a millones de trabajadores con posibilidades muy limitadas de desarrollo humano. ¿Qué es eso de la función social de la riqueza? ¿Quién ha dicho que Dios puso la tierra y sus bienes a disposición de todos los hombres y no solo de unos pocos, los más poderosos? Es este un paso más elevado en el desarrollo de un capitalismo salvaje en el que el individuo y sus aspiraciones personales tienen pocas posibilidades. Pero este artículo va resultando demasiado largo y este es tema merecedor de tratamiento más extenso y profundo, que aplazo para otra ocasión.

 

La pegunta que mientras tanto me hago con preocupación y estupor es: pero ¿qué ha pasado en estos últimos años para que hayamos llegado a esta situación absurda en que para muchos millones de ciudadanos disminuyen drásticamente las expectativas de desarrollo y vida digna con las que hace poco soñaban para ellos y sus hijos? ¿Cómo hemos podido llegar a esto ¿Acaso no hay en el planeta condiciones reales para un mundo más feliz sin necesidad de marginar a una gran parte de ella?

 

Antonio Marco. Catedrático de Latín jubilado y expresidente de las Cortes de Castilla-La Mancha.

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