En un lugar como Molina de Aragón en el que la afición a la música es palpable por la enorme cantidad de agrupaciones musicales que existen, no es de extrañar que se haya consolidado una agrupación coral.
El que hoy se conoce como Coro Ciudad de Molina tiene sus orígenes en el año 2012, cuando un grupo de unas veinte personas iniciaron la actividad dentro del Aula de Música Señorío de Molina, dirigidos por Esteban Ruiz Blasco.
Desde ese año hasta el 2015 no había más aspiración que preparar un par de conciertos enmarcados en las actividades del Aula.
Durante 2015 se inicia un cambio en la trayectoria del coro. Fue ese año cuando Esteban, pianista, titulado de grado medio y superior en los Conservatorios de Guadalajara y Salamanca, se vuelca por completo en su pasión por la música coral. Comienza su participación como tenor en el Coro Ciudad de Guadalajara, dirigido por Elisa Gómez, por la que no puede ocultar su gran admiración. Además, lleva a cabo una intensa formación en dirección coral y técnica vocal con los más prestigiosos profesionales del sector y se integró también en un grupo de música antigua en Madrid y en otras dos corales en Alcalá de Henares y Madrid, todo ello sin dejar de dirigir el coro de Molina, ciudad en la que vive y a la que ama, tanto como a la música. Entonces, con las ilusiones renovadas de su director, con su generosidad y profesionalidad, con el compromiso, el ahínco y el entusiasmo de sus componentes, se empezó a abordar repertorio de mayor dificultad y a mejorar considerablemente la sonoridad de las voces.
En 2020 el coro se desvincula del Aula de Música Señorío de Molina y empieza a funcionar de forma autónoma, aunque con la misma fuerza y compromiso, contando con la dedicación altruista del director. En 2022 sus integrantes deciden regularizar su situación y la del director y se crea una asociación que se sostiene económicamente con las aportaciones de los socios. En ese momento pasa a llamarse Coro Ciudad de Molina.
En todo este tiempo ha contribuido a enriquecer la vida cultural de Molina de Aragón y alrededores con sus conciertos de Navidad, Semana Santa, verano… Ha participado en celebraciones religiosas destacadas, como las misas de las fiestas del Carmen y el Cristo de las Victorias, la inauguración de la reforma de la Iglesia de San Gil y este año en la clausura del Sínodo en la Catedral de Sigüenza. Ha colaborado con el Coro Tierra de Voces, dirigido por Joan Martínez y Laia Camps, en dos espectaculares galas líricas que llenaron a rebosar el centro cultural de San Francisco.
También se han promovido encuentros corales y conciertos en la provincia de Teruel (Calamocha, Monreal del Campo, Villafranca…) y ha amenizado celebraciones públicas y privadas de diversa índole.
“No tengo ambiciones respecto a pisar tal o cual escenario. Para mí es tan importante una pequeña iglesia de pueblo, como el auditorio de una gran ciudad. Mi empeño es que el coro siga mejorando en calidad y transmitir a mis cantantes la misma pasión que siento yo por el canto, que vivan con intensidad todas las emociones que se desencadenan con una buena actuación y que la contagien a las pocas o muchas personas que nos escuchen”, afirma Esteban.
El Decano de Guadalajara se cuela en uno de los ensayos de los miércoles, que es cuando acude todo el coro. Además, los martes ensaya cada una de las voces por separado. El ensayo comienza puntual, a las 20.00 horas. A un gesto de Esteban todos se ponen en pie y dedican unos minutos de escalas y ejercicios de calentamiento de voz. Después arranca el ensayo de los temas que han estudiado durante la semana. Cada voz dispone de audios para repasar en casa. El director insiste mucho en la importancia del estudio individual y en la actitud en los ensayos. “Recordad: cada ensayo es más importante que la propia actuación”. Están preparando algunos temas navideños para el próximo concierto. Escucharlos hace, literalmente, que se erice la piel.
Los integrantes del coro afirman que el ambiente durante los ensayos es de mucha seriedad y exigencia. Se aprovecha cada minuto en corregir pequeños defectos y mejorar la sonoridad. “Para mí es necesario este grado de exigencia. Es lo que nos permite ir mejorando y sentir que nuestro esfuerzo da sus frutos”, nos comenta Eugenio, uno de los integrantes más veteranos. Y es evidente que es el sentir común del resto del coro, al que pertenecen unas treinta personas de diversas edades, procedencia, formación… pero todos y todas con la misma ilusión por aportar lo mejor de sí mismos en esta actividad, donde la cohesión grupal es fundamental.
“Fuera de los ensayos el coro es como una gran familia, en la que compartimos penas y alegrías, además de amenas tertulias y algún que otro buen vino en los salones del Casino de la Amistad. Por no hablar de los múltiples beneficios que aporta a la salud el hecho de cantar, razones de peso para animar a todo aquel que tenga esta afición a incorporarse al grupo. También hay otras formas en las que se puede colaborar para que esto siga adelante, como haciéndose socio colaborador o patrocinador”, añade Miguel, actual presidente de la Asociación.
Además de algunos hermosos villancicos, en este ensayo al que hemos tenido el privilegio de asistir, hemos podido escuchar parte de un ambicioso proyecto que tienen entre manos junto con el Coro Tierra de Voces y que esperan se haga realidad en la Semana Santa de 2025: Nada más y nada menos que el Réquiem de Mozart. Hoy tocaba repasar una de las partes con especial dificultad: El Kyrie. “Ha sido un buen ensayo. Felicidades, chicos y chicas”. Esteban lo comunica en palabras y lo transmite con el brillo de sus ojos. Igual que no transige con el relajamiento, tampoco escatima elogios y entusiasmo cuando son merecidos. Hay que mantener alta la moral del grupo cuando se trata de trabajar un instrumento tan complejo y peculiar como lo es la voz.
Después del ensayo El Decno no puede menos que felicitar calurosamente a los integrantes de la coral y reafirmarse en el titular que encabeza este artículo. El coro Ciudad de Molina va caminando a buen paso hacia la excelencia.