El excesivo gasto público, sustentado en impuestos, los bajos niveles de productividad y la atonía de la inversión siguen siendo el punto débil de la economía española. Factores que se deben ir corrigiendo en próximos trimestres para lograr una economía saludable. Proceso que se complica con acontecimientos como la catástrofe generada por la DANA
La economía de España está creciendo a muy buen ritmo. La primera estimación del PIB del tercer trimestre ha superado una vez más las expectativas al presentar un incremento del 0,8% respecto al trimestre anterior, al igual que en el segundo trimestre, elevando la tasa interanual hasta el 3,4%.
Esto supone una clara aceleración desde el 2,2% que se alcanzó hace un año y se trata del máximo crecimiento desde el primer trimestre de 2023, cuando las tasas de variación todavía estaban algo infladas por los bajos niveles de partida que dejó la pandemia.
La gran capacidad de crecimiento de la economía española por encima de la media europea tiene, sin embargo, algunas sombras. Según el último informe realizado por Funcas, la firma de análisis de las Cajas de Ahorros, cerca del 60% del PIB en los cinco últimos años se ha basado en el consumo público.
El período de pandemia y la necesidad de sustentar la recuperación podían justificar en buena medida este fuerte sobrepeso, pero puede llegar a ser un lastre en un futuro. En el mercado, de hecho, empieza preocupar pues el alto gasto público basado en impuestos no es sostenible en el tiempo y eleva el déficit.
De hecho, la economía española se enfrenta ahora a la reconstrucción de una de las mayores catástrofes de su historia, con centenares de víctimas y miles de damnificados, con los recursos bastante limitados. Los daños de la DANA en Valencia y en menor medida en Castilla-La Mancha se podrían cuantificar entre 30.000 y 40.000 millones de euros, sino más, lo que obligará a disparar un déficit ya desbocado.
Tal y como recogen las cifras del tercer trimestre, el consumo privado creció un 1,1%, lo cual parece mostrar una reactivación respecto al 1% anterior tras los modestos datos de los trimestres anteriores, que no terminaban de reflejar la buena evolución de los ingresos de los hogares gracias al aumento de la ocupación y de los salarios. En cualquier caso, el crecimiento aún fue superior en el caso del consumo público, un 2,2% trimestral, apunta Santiago Martínez Morando, jefe de Análisis Económico y Financiero de Ibercaja.
Uno de los aspectos negativos hay que señalar en las cuentas estatales ha sido la caída de la inversión de un 0,9% trimestral, lastrada en especial por el sector construcción con un retroceso de la inversión de un 1,7%. Tampoco hay buenas noticias en el terreno de La aportación de la demanda externa con una caída del 0,1% en el trimestre.
Las exportaciones, en cambio, siguen arrojando cifras alentadoras con un crecimiento del 0,9% con los servicios como principal motor al crecer un 1,6%. Una muestra de dinamismo más que aceptable dado el contexto de debilidad económica de nuestros principales socios comerciales, señala Martínez. Las importaciones, por su parte, aumentaron un 1,2%.
De este modo, en términos interanuales las exportaciones del sector servicios y el consumo público siguen siendo el principal motor de la economía y, poco a poco va ganando peso también el consumo privado, mientras las inversiones se mantienen a cola de pelotón con crecimientos preocupantemente modestos.
En el punto de mira del crecimiento también se encuentra los avances de la productividad, un 1% más en el segundo trimestre y un 1,4% más en el tercer trimestre en tasa interanual. No obstante, estos avances son todavía modestos teniendo en cuenta el bajo punto de partida, con los datos negativos de parte de 2023 y principios de 2024, en especial si se compara con las principales economías europeas y más aún con Estados Unidos.
Además, como la remuneración por puesto de trabajo sigue creciendo en mayor medida (4,6%), esto se refleja en el aumento de los costes laborales unitarios (3,2% interanual), que suponen una amenaza para la competitividad a largo plazo.
Teniendo en cuenta que España se verá lastrado aún más por las tendencias demográficas menos favorables en los próximos años, aun contando con elevados flujos de inmigración, y los bajos niveles de productividad muy lejos de los estándares europeos y más aún de los de Estados Unidos, a pesar de una leve mejora, son aspectos que limitarán nuestro nivel de vida y el desarrollo social a futuro.
Julio Muñoz. Periodista de información económica y experto en comunicación.
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