Las tensiones geopolíticas acentúan los procesos proteccionistas y complican el normal desarrollo de las exportaciones transformado el flujo comercial hacia países más cercanos y con intereses comunes, lo que no sería del todo malo si Europa no estuviera cada vez más dividida y débil frente a las dos grandes potencias exportadoras
En los 15 últimos años, el crecimiento del peso de las exportaciones españolas en el PIB ha sido incesante, pasando del 26% al 39%. Este espectacular incremento de nueve puntos en las ventas al exterior ha sido generalizado tanto por productos como hacia áreas geográficas y sitúa a España entre los principales países exportadores por encima de Italia y Francia y ya a solo 9 puntos por debajo de Alemania.
Eso supone una mejora en la renta del país, una mayor entrada de divisas y un avance en la innovación al exponer al país a nuevos conocimientos comerciales y nuevas tecnologías, con el consecuente impulso al crecimiento económico. Todo ello gracias al empuje de la competitividad de las empresas españolas y a su mayor orientación hacia los mercados internacionales con un positivo incremento de las empresas que exportan con regularidad.
En el caso de Castilla-La Mancha, las exportaciones alcanzaron los 9.827 millones de euros en 2023, el segundo mejor registro tras el récord del año anterior. Superando por tercer año consecutivo los 9.000 millones de euros de ventas internacionales por parte de las empresas castellanomanchegas.
Sin embargo, esta favorable dinámica, tanto de Castilla-La Mancha en particular como de España en general, está viendo ahora amenazada por la creciente fragmentación geopolítica está generando una profunda transformación de los flujos comerciales, lo cual pone en riesgo la evolución futura de las exportaciones españolas.
El comercio mundial, advierte Coface es líder en seguros de crédito comercial, atraviesa por un periodo de transición, marcado por el fin de la 'aldea global' y el estancamiento de su aportación al PIB mundial desde finales de la década de 2000. Las convulsiones geopolíticas, desde Ucrania hasta Oriente Próximo, están provocando una fragmentación, y lo que se conoce como fenómeno 'friend-shoring'.
Una tendencia hacia la regionalización comercial y la reubicación de la cadena de producción, evitando lugares conflictivos y ajenos a intereses coyunturales. Los flujos comerciales se están reorientando así en función de las alianzas geopolíticas más cercanas, amigables y estables. Entre tanto, Estados Unidos y China, las grandes potencias comerciales, siguen siendo muy interdependientes.
Empieza a imperar así un creciente proteccionismo, como se está viendo en el sector automovilístico en Europa, obligando a las empresas a reorganizarse en medio de un proceso de globalización cambiante para adaptarse y sobrevivir.
La globalización ha sufrido varias sacudidas en la última década, recuerdan en Coface. Las barreras comerciales introducidas por algunos líderes han acabado con el tabú hacia las medidas proteccionistas, mientras los conflictos en Ucrania y Oriente Medio están perturbando las rutas comerciales tradicionales.
En este sentido, la perspectiva del regreso de Trump a la Casa Blanca amenaza con reavivar una guerra comercial a gran escala, en particular con China, con el riesgo de imponer aranceles de hasta el 60% a todos los bienes importados. El gigante asiático, considerado un actor clave en las cadenas de suministro mundiales, está ya viendo ralentizarse su comercio con Estados Unidos, con una caída de los flujos comerciales mensuales entre ambos países del 20% desde su máximo alcanzado en 2021.
Una batalla entre dos bandos comerciales en la que Europa se verá salpicada de lleno. El Viejo Continente se enfrenta a un grave problema de división interna entre los países alineados con Rusia en su afán expansionista y sus detractores A ello se suma la tendencia general entre las grandes potencias a reducir su interdependencia económica, alimentando la fragmentación de las cadenas de valor mundiales.
Las tensiones geopolíticas están cambiando no s lo el destino de los productos, sino también las infraestructuras utilizadas para transportarlos, abriendo nuevas rutas y nuevas alianzas. Esta adaptabilidad del comercio mundial puede apreciarse en la evolución de las rutas comerciales.
La adaptación a este nuevo escenario y todos estos retos será clave para que el sector exportador español mantenga el empuje y España se consolide entre los países europeos con mayor crecimiento, aprovechando su enclave estratégico y sus especiales vínculos con Latinoamérica.
Julio Muñoz. Periodista de información económica y experto en comunicación.
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