La volatilidad aumenta en los mercados financieros ante la deriva arancelaria de Trump

Publicado por: Julio Muñoz
20/04/2025 08:00 AM
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Imagen: www.donaldjtrump.com.
Imagen: www.donaldjtrump.com.

Los mercados financieros internacionales han pasado del pánico a la incredulidad ante los vaivenes en la política comercial que está imponiendo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump

 

Apenas unos días después de anunciar el gran Día de la Liberación con una agresiva subida de aranceles a medio mundo, ha dado marcha atrás y ha aprobado una tregua de 90 días, salvo con China, para negociar un comercio más justo y equilibrado. Una incoherencia, o flexibilidad como prefiere llamarlo él, que también ha tenido con las tasas a la tecnología quitándolas y volviéndolas a poner unas horas más tarde. Movimientos que tiene desconcertados incluso a muchos de los grandes empresarios norteamericanos, y la retahíla de palmeros, que le apoyaron en las elecciones.  
  

El aumento de los derechos de aduanas para todos los socios comerciales de, al menos, un 10% y mucho más para determinados países supondría un incremento del tipo efectivo o de los aranceles estadounidenses al 26,2%, desde el 2,3% de 2024. Alcanzaría así, según Coface, líder mundial en la gestión del riesgo de crédito comercial, su nivel más alto en más de un siglo. Esto supone también el cambio más brusco desde la Ley Smoot-Hawley de 1930. 
 

La imposición de los llamados aranceles 'recíprocos', ahora en suspenso con una tregua por 90 días salvo en el caso de China, ante la debacle sufrida por los mercados financieros internacionales, marcan una escalada en la política comercial estadounidense y superan, incluso, los peores escenarios previstos y las promesas hechas en campaña.  
 

La energía y los minerales no disponibles en el país, así como los sectores que ya están sujetos a derechos de aduana específicos (acero, aluminio, automoción) o que lo estarán en las próximas semanas. También habrá una exención temporal a la tecnología, en concreto teléfonos, ordenadores y chips.   
 

Nuevo paradigma del comercio mundial 
 

Estos anuncios suponen una ruptura con las normas comerciales multilaterales (incluidas las de la OMC) y amenazan con desencadenar una espiral de medidas proteccionistas. Además, debilitan las cadenas de suministro y generan incertidumbre de las empresas en un momento en el que el riesgo de fragmentación geoeconómica ya era elevado, disparando la amenaza de una profunda recesión global. 
 

Las economías asiáticas (Vietnam, Camboya, Taiwán, Malasia y Tailandia), todas ellas muy dependientes del comercio estadounidense, serán las más afectadas, con sus exportaciones fuertemente gravadas. Algunas economías africanas (Lesoto, Madagascar) y centroamericanas (Nicaragua, Honduras) también sentirán un impacto significativo, aunque serán ligeramente menos dependientes. 
 

Entre las principales economías, es probable que Corea del Sur, Japón, China, que importa a Estados Unidos un tercio de lo que exporta, e India se vean muy afectadas. Todos los Estados miembros de la UE se enfrentarán a aranceles del 20%, con especial riesgo para Alemania e Italia.  
 

España, probablemente, sea de los países menos afectados de forma directa al tener una balanza comercial desfavorable con Estados Unidos, manteniendo además un crecimiento sostenido a un ritmo muy por encima de la media de la zona euro. Aun así, los analistas calculan que puede tener un impacto negativo entre dos y tres décimas de punto en el PIB pendientes del repunte de la inflación y del riesgo de recesión global.  
 

A medio plazo, la reconfiguración de los flujos comerciales, si no se llega a un acuerdo previo con Estados Unidos, terminará afectando a todas las economías: los exportadores asiáticos, por ejemplo, se verán obligados a buscar nuevas oportunidades, lo que posiblemente intensificará la competencia en otros mercados, especialmente en Europa. Y el socio chino, aunque ofrece buenas oportunidades, no es un buen socio. 
 

Una economía estadounidense debilitada 
 

La economía estadounidense que ya mostraba signos de debilitamiento, con el consumo de los hogares a media asta a principios de 2025 (apenas subió un 0,1% en febrero, tras una contracción en enero) tampoco se librará de los problemas. 
 

El aumento de los costes como consecuencia de la subida de los tipos de importación también podría frenar considerablemente las decisiones de inversión de las empresas y de compra de los consumidores. El impacto sobre la inflación, que se prevé se sitúe en una media del 2,8% en 2025, será objeto de una atenta vigilancia.  
 

Algunas estimaciones realizadas durante la campaña del año pasado indicaban que tales incrementos arancelarios podrían añadir hasta dos puntos a la inflación. El mayor riesgo de subida de precios en un momento de posible recesión complicará la tarea de la Reserva Federal, que tendrá que proceder aún con más cautela con sus recortes de tipos previstos. Eso sin contar con el as bajo la maga de China. El mayor tenedor de bonos norteamericanos podría llevar al país a la quiebra con su venta masiva, aunque también pondría en riesgo su economía.  
 

Objetivos con resultados inciertos 
 

Los objetivos de la administración Trump -reequilibrar el comercio, deslocalizar la producción, generar ingresos fiscales y crear capacidad de negociación- son políticamente atractivos, pero los analistas no confían demasiado en que los aranceles puedan ayudar a alcanzarlos de forma eficaz.  
 

Los déficits comerciales dependen principalmente de factores macroeconómicos, no de los impuestos a la importación. Además, los derechos de aduana no eliminan otras barreras estructurales, como los costes laborales y las cualificaciones, que son necesarias para la deslocalización.  
 

En 2024, los derechos de aduana generaron unos 88.000 millones de dólares, es decir, apenas el 1,5% de los ingresos federales totales, señalan en Coface. Por último, el enfoque arancelario amplio corre el riesgo de animar a los socios comerciales a coordinar sus respuestas, como han hecho recientemente Japón, Corea del Sur y China, lo que podría debilitar la posición negociadora de Estados Unidos. Un melón que pocos, salvo Trump, quería abrir y que ahora nadie quiere catar por si estuviera podrido.  


Julio Muñoz. Periodista de información económica y experto en comunicación 

 

 
 

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